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Sa Torreta

La galería comercial no es para Palma

Atravieso las galerías Avenidas y no sé si van o vienen. Ignoro si son un futuro centro gastronómico a punto de inaugurarse, con sus locales temáticos...

Galerías Avenidas tuvo un efímero mercado gastronómico.

Atravieso las galerías Avenidas y no sé si van o vienen. Ignoro si son un futuro centro gastronómico a punto de inaugurarse, con sus locales temáticos, sus carteles y sus mesas, pero completamente vacío, o el símbolo del fracaso de este tipo de oferta comercial que en Palma está más cuajada de decepciones que de éxitos. Poco después descubro que Da Vinci fue un efímero intento, otro más, de revitalizar el pasadizo que une la avenida Alexandre Rosselló con la calle Josep Anselm Clavé. Hasta la FNAC intentó instalarse en este lugar, pero no pudo hacerlo por razones urbanísticas.

Las galerías comerciales son hijas de la búsqueda de nuevos modelos de venta, cuando bajo un mismo techo cubierto se dio cobijo a establecimientos de moda y de hostelería. Fue un paso decisivo en el establecimiento de los modernos hábitos de consumo. El modelo más genuino es el que representa la galería Vittorio Emanuele II, construida entre 1865 y 1877 en las inmediaciones del Duomo de Milán.

En Palma los experimentos han sido más modestos y, en prácticamente todas las ocasiones, se han saldado con sonados fracasos. Un repaso a la lista: galerías Velázquez, probablemente las que han tenido una actividad más constante; galerías Jaume III, de vida efímera; las de la calle Unió, las únicas que apostaban por la luz natural a través de las aperturas de cristal en el techo al modo de sus grandes hermanas europeas; las de la plaza Major, en las que apenas permanece abierto un 10% de los negocios y a las que el Ayuntamiento busca una solución que nunca acaba de llegar y, por supuesto, las ya citadas galerías Avenidas.

Todas abrieron cargadas de ilusión. Todas creyeron en el éxito y en que los clientes llenarían las tiendas y bares que cobijaban. Todas se vinieron abajo a mayor o menor velocidad. Resulta difícil encontrar una razón para el fracaso, quizás los mallorquines que van de tiendas prefieren aprovechar la luz natural y recorrer las calles antes de encerrarse entre cuatro paredes, pero esta teoría cuestionaría la proliferación y éxito de las grandes superficies comerciales.

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