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Palma a Palma

Playas de perros

Playas de perros

En los últimos años, muchas de nuestras playas han mutado. Lo que antes eran playas abiertas, con su arena, sus gente con toalla y sombrilla, se han convertido en Beach clubs. Un desgraciado invento que sirve para urbanizar ese espacio virgen y público que es la costa. Llenarlo de enormes sombrillas, tumbonas asiáticas y amagos de chill outs. Una forma de darle un presunto standing al espacio natural, y de paso privatizarlo. Los Beach clubs a veces incluso son ambulantes. Como esos mega-yates que al llegar a una playa desembarcan sus propias instalaciones, para hacer suyo el espacio playero. Como si los metros de eslora fueran patente de corso para aprovecharse del territorio.

Mal invento los Beach clubs. Pero yo me consuelo con otras novedades, que pueden ser muy afortunadas. Por ejemplo, soy un fan de las playas para perros. El Ayuntamiento ha tenido la idea de habilitar una serie de playitas en la zona abrupta de Es Carnatge, para que los perros puedan tomarse un baño en libertad. Y el resultado es fabuloso. Los perros disfrutan de la playa. Nada más llegar se lanzan de cabeza al agua. Corren y juegan. Ríen de la manera que ríen los perros, y adivinas enseguida su felicidad. Son perros mucho más educados que los bañistas de ciertas playas. Retozan con sus dueños y ofrecen una imagen de gozo que casi se hace contagiosa. Mientras los aviones, en una imagen un poco surrealista, pasan rasantes sobre el mar.

Todo lo que tiene de cargante y pretencioso el Beach club es libre y espontáneo en las playas de perros. Allí nadie te mira por encima del hombro. No hay músicas machaconas ni te pegan un sablazo por una simple coca-cola. Los perros se contentan con darse chapuzones y dar caza a una botella de plástico entre las olas. Luego salen con la lengua fuera, se sacuden el agua, y siguen jugando.

A ver si al final a los indígenas de esta tierra sólo nos quedará el recurso de las zonas de ocio perruno....

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