Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Palma a Palma

Luna de día

Luna de día

La Luna es la pieza principal de la joyería de la noche. En sus diferentes fases, nos llena las terrazas de luz plateada. O se afilamentiza en cuarto creciente, como si fuese un emblema colgado del firmamento. La Luna noctiluca tiene una poética inagotable. Y todo tipo de artistas y escritores se han ocupado de ella. Hasta el punto de que, si pudiésemos reunir todas las citas y referencias, acabaríamos escribiendo una enciclopedia.

Pero todo ese poder y magnetismo de la Luna nocturna no tiene equivalencia con su otra manifestación. La Luna diurna. Porque la Luna sale también de día. La vemos sobre el cielo azul claro, dibujada con un pálido color blanco. Medio olvidada. Sin que nadie le haga caso ni cante sus excelencias. ¿Por qué?

Es verdad que mientras la Luna nocturna semeja una gema, la Luna diurna tiene algo de prosaico y vulgar. A lo máximo la compararíamos con una pelota que algún jugador de golf dejó olvidada en el campo celeste. Tan redonda y tan mate.

La ves desde la ventana de casa y no te produce ninguna inspiración romántica. Al revés, la contemplas con una cierta indiferencia. Yo diría incluso que con un poco de reproche. Como diciendo: "¿Pero qué hace la Luna aquí a las doce de la mañana?"

Parece uno de esos noctámbulos que, entrado el día, todavía andan por el mundo con el nudo de la corbata medio deshecho, la barba de un día, ojeras y los modos nocturnos de "venga, vamos a tomar otra copa". Como si se hubiesen equivocado de horario. Extemporáneos y un poco ridículos.

La Luna diurna no anuncia nada. No tiene poder profético. No genera leyendas ni historias del hombre encantado con su haz de leña. No es la morada de los muertos. Ni siquiera suscita visiones románticas a los enamorados.

La Luna de día es como un enigma. Algo sólo accesible a los más sensibles y observadores. Que sepan ver en ella todo su encanto y su poderío. Aunque sólo parezca una pelota de golf perdida en el tejado.

Compartir el artículo

stats