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Palma a la vista

El 38 de Mateu Enric Lladó

Una señora con abrigo oscuro sale del vano de una casa que fue vecina a la de Emili Darder, el alcalde fusilado por ser republicano.

La señora del abrigo oscuro sale de la ventana ciega.

Una señora sale de una ventana ciega agarrando el bolso y mirando si alguien que ha dicho va a pasar a buscarla, llega en hora o se retrasa. La misma señora, vestida con abrigo de paño, rematado en cuello y puños con algo parecido a piel, escucha la algarabía de los niños del vecino colegio, el de Sant Agustí. En el número 38 de la calle Mateu Enric Lladó pasan cosas pequeñas que hacen la vida grande.

Somos hijos de nuestras cotidianidades, aunque la sociedad del espectáculo nos quiera hacer creer que algunas son Paris Hilton y otros son Ronaldo. Somos hijos, quizá nietos, de esa señora que cruza una ventana ciega en el número 38 de la calle dedicada al que fuera alcalde de Palma, Mateu Enric Lladó desde 1901 a 1902 por Unión Republicana. Entre dos Antonios Rosselló, uno Caçador y del Partido Conservador, y el otro Pérez, del Unión Repúblicana, gobernó Palma y, entre otras tareas, redactó cómo había de ser el servicio del cuerpo de bomberos.

La calle que le recuerda es, al igual que su figura entre dos hombres de idéntico linaje, aunque en las antípodas políticas, linde de división, de cuando la ciudad se abrió gracias a la apertura de murallas. Entre la Porta de Sant Antoni y la Porta del Camps, está Mateu Enric Lladó. Los números pares son los que siguen la línea de la muralla medieval. Y en el número 38, donde sale la señora del bolso y el abrigo oscuro, conviene recordar que fue casa vecina a la residencia de otro alcalde, Emili Darder, que igual que Lladó fue republicano, y por serlo, asesinado por los franquistas que tomaron el poder por las armas.

El artista que ha querido recordar el paso de una señora que parece del postfranquismo se ha servido de esa fotografía soportada por cartón para recordar que somos sombras, seres de paso, que estamos vivos, pero que un día seremos memoria, poca cosa.

El anónimo que llena algunos vanos de ventanas, puertas, de viejos edificios de la ciudad, saca a pasear otras personas, señoras, niños que descienden una escalera, y quién sabe que otros seres en blanco y negro. Quizá el grafitero sepa a la perfección quiénes fueron ambos alcaldes, en qué lado estaba, si en la ventana ciega o dónde.

Hoy (ayer) se cumplieron ochenta años que mataron a Federico García Lorca. ¿Dónde están sus huesos? La familia no quiere que se abran fosas pero la memoria de los muertos es reclamada por los vivos para aprender, por dignidad. La Justicia argentina acaba de indicar que investigará el asesinato. España sigue sin hacer memoria. Ni por Lorca.

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