Cuando uno visita el centro de Son Reus -ubicado en un desvío de la carretera de Sóller, a la altura del kilómetro 8,2-, suele ver gente con un chaleco naranja paseando perros por parte de los 25.000 metros cuadrados que tienen las instalaciones. Son los voluntarios, cuya labor es "importantísima, ya que ayudan a disminuir el estrés que tienen los perros, debido a que se pasan todo el día en una jaula", explica el coordinador de Bienestar Animal de Cort, Josep Maria Rigo. Un día cualquiera de esta semana había una veintena, una cantidad considerable para llevar a cabo esta tarea de forma desinteresada. "En verano hay más voluntarios, porque tienen más tiempo libre", como detalla el director del centro, quien añade que lo único que tiene que hacer una persona para ser voluntario es acudir a Son Reus, dar sus datos y empezar a pasear perros cuando quiera. Cort pretende potenciar el voluntariado y "revertir la imagen generalizada en el subconsciente de que el centro canino es un lugar lúgubre", concluye Rigo sobre el refugio de los abandonados.