Diario de Mallorca

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Palma a la vista

Ciudad crucero, SOS

Palma, la ciudad de paso para los cruceros. FELIU RENOM

¡Cuánto daño han hecho algunas series! ¿Quién se iba a imaginar que Vacaciones en el mar acabaría por hundir Venecia? ¿Quién podría pensar que aquella esbelta Connie Sellecca nos sumergiría en el actual pasmo de las ciudades crucero, Palma, entre ellas?

Hemos pasado del turismo de masas, del que ahora también abominan aquellos hoteleros que se enriquecieron gracias a él, a la oferta de los cruceros como si el sol y playa ya no bastaran. La misma ambición les domina. El mar y la tierra rugen.

Se está pidiendo con urgencia un estudio que valore las repercusiones medioambientales de la masiva presencia de esos tanques que invaden el puerto de Palma. Hace años que estamos padeciendo esa nueva colonización turística. ¿No han tardado un poco, tanto los ecologistas como la Universidad, la sociedad entera, en caer en la cuenta que es más lo que destruyen que lo que aportan?

Los mallorquines somos de reacciones lentas. A algunos ya les va bien esta parsimonia, este lucrativo laisser faire et laissez passer. El hoy comamos y bebamos, la manga ancha de nosotros todos, la estamos pagando cara. Mallorca se está muriendo de sed. La banda sonora de los canadair vuelve a ser el número uno en las listas. ¡Ni la banda sueca Europe apagará sus trinos de altura!

Aún recuerdo cómo los tenderos se pusieron a reconvertir sus pequeños negocios del centro en souvenirs, en cómo algunos de ellos transformaron el centro histórico de Palma en una extensión de la Platja de Palma. Después se quejarían porque comprobarían que los pingües beneficios no alcanzaban ni para pagar la pintura gastada en redecorar el local.

Cuando los políticos les hacían (aún lo hacen) la ola a los armatostes que depositaban en la ciudad miles de personas con un único afán, ocupar las horas permitidas fuera del crucero como quien sale de la jaula para tomar un respiro, no eran (no son) conscientes que el turismo de cruceristas es pernicioso si no se regula su tránsito.

La primera vez que vi semejante agresión sucedió en Dubrovnik, una preciosa ciudad que en verano se rinde a esos depredadores. La estampa de su pequeño puerto invadido por los cruceros no se me quita de la cabeza, como no se me quita el ruido que hacen cuando llegan al puerto de Palma, hacen noche, y no paran sus motores. Después los de Movilidad de Cort hablarán de la contaminación automovilística, sí, of course, pero y ¿de esos tanques?

Señores, pónganse las pilas. Quizá ha llegado la hora de limitar la entrada. El laissez passer es un suicidio en este territorio limitado.

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