Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Palma a Palma

El barco fantasma

Tenemos una idea equivocada del papel histórico de la prensa. Creemos que sólo habla de actualidad perecedera. Y que una vez pasado su día de edición, se convierte en algo obsoleto e inservible. Grave error. Si la gente visitara las hemerotecas, entendería muchas cosas. Contingentes y también eternas.

Hace unos días, se produjo ante mis ojos una aparición. Primero fue revolviendo recortes de diario de los ochenta. Allí encontré un anuncio de un nuevo servicio marítimo entre Alcúdia y Ciutadella. Que se anunciaba pomposamente a cargo de un buque de pasajeros "elegante y moderno" que tenía por nombre Menorca. Era una embarcación de porte mediano, pintada de blanco y azul marino. Como todos los barcos, tenía su alma. Y le esperaba un destino.

Curiosamente, pocos días después, viendo un vídeo de esa misma época, contemplé como navegaba el Menorca por la bahía de Alcúdia. Me impresionó. El Menorca, el barco fantasma.

Porque esas dos referencias me revolvieron muchos recuerdos. A finales de la década de los ochenta, una tarde paseaba por los alrededores del Dic de l'Oest cuando pude ver cómo llegaban varios coches de bomberos. Se dirigían a tres barcos que permanecieron mucho tiempo abarloados. Los cargueros Karelia y Playa Dorada, junto al Menorca.

El Menorca no tuvo éxito en su misión, y al poco tiempo sería abandonado y fue degradándose en un rincón del dique. Los indigentes subían a esos buques para refugiarse en ellos. Allí tenían espacio de sobras y unas ciertas comodidades. Y una noche hicieron un fuego, que prendió en el antiguo correo menorquín.

Recuerdo las llamas, el olor a quemado. La estampa trágica del navío que, de repente, se dio la vuelta. Dejó toda la quilla al aire, y se hundió estrepitosamente. Es la única vez en mi vida que he visto hundirse a un barco. Por eso lo recuerdo.

El Karelia y el Playa Dorada fueron remolcados al exterior del puerto, donde serían hundidos. Y hoy constituyen una atracción para los buceadores.

Pero el Menorca quedó allí para siempre, ya que el pecio se utilizó como base para una de las ampliaciones del Dic de l'Oest.

El barco fantasma, sumergido hoy en cemento, guarda sus recuerdos en el fondo del puerto. Olvidado e ignorado. Y sólo resucita fugazmente cuando revuelves recortes antiguos. Para dar una bocanada de existencia antes de volver al abismo del olvido.

Compartir el artículo

stats