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Palma a la vista

Can Frasquet pierde ángel

El suizo Fosh ha limado la marquesina de Can Frasquet aunque mantiene el serafín. L.D.

Algunos restaurantes pierden estrellas y algunos comercios, su ángel. En estos tiempos de mudanza vertiginosa ha caído Can Frasquet. El cocinero Marc Fosh se ha hecho con el local de la calle Orfila esquina Brossa, en una expansión por la ciudad sin precedentes ya que en el casco histórico, en la calle Morei ha abierto recientemente otro restaurante.

"Proteger el comercio emblemático es bueno porque aporta un valor añadido a la ciudad que no dan otros", declaró Jordi Casasayas, el último eslabón de esta familia que regentó un negocio que se remonta a 1697, aunque es probable que fuera más antiguo. Lo dijo dos años atrás, cuando traspasó el local a un empresario mallorquín que conservó el nombre, éste sí, y el emblema, la cabeza de serafín; incluso se mantuvieron los dulces más famosos de Can Frasquet: los quarts embetumats.

Dos años después, el bistró se está convirtiendo en la 'cocina' del chef suizo. Fosh ha mantenido el ángel del escaparate, esa especie de mascarón de proa que saludaba a los clientes antes de traspasar el umbral, pero ha limado la marquesina. Son muchos los mallorquines que se han inquietado ante tal desconsideración. ¿Estaba protegido o no?

Hace años que la entidad proteccionista Arca y otros afines al patrimonio han pedido al Ayuntamiento que proteja esos elementos que son símbolos de la ciudad, pero Palma los va perdiendo a marchas forzadas. No hay voluntad política que de un paso firme para proteger un legado que habla más de la ciudad que todos los discursos de alcaldes juntos.

Otra herida, otro arponazo a esta pequeña ciudad de provincias en la que día a día queda más patente la realidad: los mallorquines venden todo. No les basta con sus casas, también se desprenden de sus negocios, seguramente a buen precio. Pero al final, pierden.

Durante años la fachada de Frasquet fue así. Después se añadió la fecha.

En la vecina plaza del Mercat, donde muchos años atrás estuvo otra deliciosa confitería, Cas Net, famosa por sus baisers -besos-, que preparaba Bartolomé Amorós, se ha hecho con el edificio entero un alemán. Ahora será un suizo el que ocupe la otra esquina más dulce de la plaza.

La Palma del siglo XXI será recordada por ser ciudad franquicia, por la toma de su centro histórico por una nueva especie, la de los cruceristas, y por el éxodo masivo de generaciones de familias comerciantes que ceden la marca de la casa a la Europa más rica de una Europa pobre de solemnidad. Contrastes.

Antes de que Fosh ponga su pica de estrella Michelin en Can Frasquet, donde se han eliminado los ángeles del interior porque no son de sus gusto, repasemos un poco la historia. Los Frasquet abrieron horno en la calle Soledad en 1697. En 1704 se incendió el local y se trasladaron a la calle Orfila. Sin descendencia, uno de sus pasteleros, Josep Casasyas i Casajuana recogió el legado. El apellido de origen catalán se mantuvo ligado a la confitería, bombonería, pastelería hasta 2014, año en que el biznieto Jordi Casasayas la traspasó por falta de continuidad entre sus hijos.

Los que tenemos más de cinco décadas ya lloramos con el cambio de negocio; ahora con la pérdida de todo su ángel, ya ni lloramos. Pero seguro que alguno mirará hacia la estrella.

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