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El triunfo del ´Port Petit´

Los vecinos se muestran muy satisfechos con la decisión del organismo portuario de gestionar directamente las instalaciones

Un ´photocall´ montado por la campaña en contra de la ampliación.

Miquel Bonnín descansaba ayer en la terraza de su casa del Molinar, en primera línea, justo enfrente del ´Port Petit´, como es conocido desde que en 2014 se inició la campaña ciudadana en contra de la ampliación. "Estoy a favor de que se mantenga igual. Lo contrario me perjudicaría, ya que se acabaría la tranquilidad", según argumentó convencido. A mediodía se le acabó el relax de forma momentánea porque por la acera apareció el pescador profesional Guillem Ferragut, vecino del Molinar "de toda la vida", como Miquel, rodeado por tres niñas que le acompañaban en el paseo.

La conversación versó sobre la decisión de la Autoritat Portuària de gestionar directamente el puerto. "Yo antes estaba a favor de que se ampliase un poco, no mucho, debido a que ahora se encuentra en mal estado y con los nuevos amarres se podrían pagar las obras", explicó Guillem. Sin embargo, "es verdad lo que dice la Autoritat Portuària de que la junta directiva no lo ha cuidado durante todos estos años, por lo que creo que la gestión pública será buena", añadió.

La charla se extrapoló al resto del barrio. "Antes estaba muy abandonado, ni siquiera había médico, y las casas junto al mar no valían un duro. La gente de aquí prefería comprarse una en segunda línea porque no había humedades ni problemas con el oleaje", recordó Miquel. "Y mira ahora dónde están los ricos", como añadió su amigo antes de despedirse con las niñas, entre ellas Amanda, hija de pescador.

A la medida del Molinar

De millonarios y vecinos de toda la vida habló Miguel Reyero, quien lleva 35 años en el Molinar.

"Estoy muy contento, al igual que la mayoría de residentes, porque queremos un barrio para vivir y pasear, no para hacer grandes negocios, no para especular, no para montar un chill out, como en s´Eixerit, con 600 plazas, y un puerto que se mete en el mar 200 metros y duplica la eslora de los barcos", enumeró Reyero casi sin respirar. "Eso no es un puerto a la medida del Molinar. Cuando el barrio se llenase de los dueños de esos barcos, de los coches de los dueños y de la vida nocturna que hacen probablemente sería muy bueno para ellos, pero no para los vecinos del Molinar ni para la mayoría de residentes del resto de Palma", concluyó.

La propietaria del histórico bar Can Pep, Joana Mesquida, también se mostró muy satisfecha con la decisión de la Autoritat Portuària. "No quiero que se construya un gigante aquí, lo sabe bien el presidente, Rafael Vallespir, y su junta directiva, que nunca han hecho nada por arreglar el puerto tal como está, debido a que siempre han estado hablando de la ampliación", en palabras de la responsable del bar situado frente a los amarres.

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