El empresario, uno de los testigos principales de la trama corrupta, detalló un episodio violento que vivió a las puertas de su local. Debido a los problemas económicos que tuvo porque la Policía Local le precintó el negocio, no pudo hacer frente a las deudas por la reforma que tuvo que realizar en uno de estos locales. Explicó que recibió la visita de un individuo que le colocó un cuchillo en el pecho cuando llevaba en brazos a su hijo de pocos meses. El agresor le amenazó para que pagara las deudas. Por este motivo tuvo que malvender su coche y todo lo que tenía. La víctima señaló que estaba seguro que al agresor lo envió, supuestamente, el policía local que explotaba el negocio de la competencia, que después se quedó con toda la clientela que había tenido en su local.

También detalló que otro de los policías que está en prisión solía estar presente en muchas de las redadas que se realizaban en su negocio, a pesar de que no formaba parte ni de los GAP ni de la Patrulla Verde. Después pudo comprobar que una vez que perdió uno de los locales, porque no pudo pagar el alquiler, este funcionario policial empezó a explotarlo. Cuando se hacían estas redadas este agente se limitaba a observar, sin intervenir para nada. Este policía local es también el propietario del local nocturno que explotaba El Ico, que fue repentinamente clausurado tras realizarse una más que sospechosa prueba de sonometría.

Este empresario también implicó a otro de los policías encarcelados, conocido como "el tapicero", quien le propuso que le comprara unas telas ignifugas para su local. Afirma que le llegó a pagar 3.000 euros por un certificado.