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Sa Torreta

La turista un millón con cara y ojos

Hemos dejado de homenajear a los turistas millonarios llegados a Son Sant Joan porque la repetición aburre. Anunciar el aterrizaje del turista trece...

Godelieve y Jan recibieron numerosos regalos aquel 1966.

Hemos dejado de homenajear a los turistas millonarios llegados a Son Sant Joan porque la repetición aburre. Anunciar el aterrizaje del turista trece millones no tiene el mismo encanto que el uno o el dos. Además, en los tiempos que corren lo más probable es que fuera un hooligan tatuado con la Union Jack, con bermudas, camiseta sin mangas y chanclas, que solo piensa en Punta Ballena y beberse todo el alcohol que su cuerpo sea capaz de asimilar.

Nada que ver con la llegada de la turista un millón de hace 50 años. Godelieve de Cillen era una maestra de enseñanza primaria. Llegó a Palma el 7 de julio de 1966 en un Caravelle de Sabena acompañada de su recién estrenado esposo, Jan Cillen Ketelbuters, un médico belga, a quien se consideró como el turista capicúa, o sea 1.000.001. A la pareja la colmaron de regalos: ramos de flores, botellas de coñac, llaveros, una muñeca y, lo mejor, una estancia gratuita de quince días en Mallorca.

Fueron recibidos por todas las autoridades civiles, empresariales y militares -el aeropuerto estaba entonces bajo mando del Ejército del Aire- que encontraron a mano. Y que conste, que las celebraciones por la llegada de turistas millonarios comenzaban a decaer. No en vano, el periódico recordaba que el año anterior ya se había llegado a los dos millones de usuarios y, lógicamente, al desgraciado turista 1.999.999 cantado por Los Stop. Para explicar la progresión turística de la isla también se recordaba que en 1963 el turista un millón llegó el 21 de septiembre; en 1964, el 16 de agosto; en 1965, el 24 de julio y en el año 1966, 17 días antes. Ahora aterriza en febrero.

La selección era un tanto peculiar. Primero se escogía el vuelo del número redondo. Después del aterrizaje, a pie de escalerilla, se acordaba quién sería el afortunado o afortunada. Mejor si era una pareja joven, con niños y ella guapa. Nunca un hombre solo o una mujer de 80 años.

Pese a todo, en aquella época aún se ponía cara y ojos a lo que hoy es una fría estadística. Ahora solo contamos millones, antes al menos conocíamos algún nombre y apellidos.

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