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Palma a Palma

Amigo papel

Un debate muy de nuestro tiempo consiste en la sustitución del papel por el soporte informático. Te vas acostumbrando a conservar la música en mp3, y no en vinilos o cassettes. Las fotos se almacenan en dispositivos de memoria, y no en álbumes o negativos. Los escritos son intangibles '.doc' y ya no ocupan lugar en las carpetas. Los recortes de diario consisten en pdf, y no en montañas de papel amarillento.

A favor de todo ello se aduce la comodidad y rapidez. El ahorro de espacio. La facilidad en la clasificación. Aspectos que son indudablemente remarcables. Es cierto. De manera que no piensas demasiado, y cambias tus usos de acuerdo al ritmo de los tiempos.

Pero, en ciertos momentos, has de volver a los sistemas antiguos. Porque buscas algo sepultado en las profundidades de un archivo. O perdido en el fondo de un remoto cajón. Y entonces, el reencuentro con el papel te hace pensar muchas cosas.

Los archivos virtuales no solo no tienen cuerpo, sino que tampoco tienen alma. Si entendemos como tal esos componentes adjuntos, intangibles, que despiertan recuerdos y sensaciones en un segundo nivel.

Abres un documento informático de hace veinte años y no pasa nada. Es igual que si lo hubieses elaborado hoy mismo. Pero en cambio, rescatas un escrito de hace veinte o treinta años, y tiene una cantidad de información desbordante.

Para empezar, el papel te devuelve a un estrato intemporal y mágico. Porque esa misma hoja que ahora tocas fue la que manejaste en el momento de escribirla. Hay algo de tu yo remoto depositado en ella. Existe un cierto reencuentro, que no deja de ser emocionante. Pero además, con el paso del tiempo el papel se ha ido ajando. Ahora parece más quebradizo. Tiene un color más oscuro, a veces con los relieves que le ha marcado la luz solar durante mucho tiempo. Sus contornos se han ido desgajando, como los de un viejo pergamino. Y todo él nos habla de la entropía y el paso de los años. De los cambios, de la disolución inevitable. Nos hace ser melancólicos, filosóficos.

¿Quién puede sentir algo parecido al abrir un anodino documento de Word?

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