Las campanas repican en la iglesia de la Santa Creu para anunciar la procesión. Unas treinta personas aguardan la salida de la imagen. Y de repente sale Sant Pere como un rayo del portal mayor del templo, portado por cuatro pescadores y acompañado por la banda de la parroquia. Sant Pere, con girasoles y flores blancas a sus pies, las llaves del cielo en su mano izquierda, desfiló por las calles de su barriada, el Puig de Sant Pere, a un ritmo rapidísimo y ante la mirada atónita de los turistas. "¡Cuidado, que se tumba!", gritaba uno de los pescadores reconvertido a cofrade con gotas de sudor en la frente. Pero sus tres compañeros no se hacían ni caso. El santo más rápido de Palma no frenaba bajo ningún concepto.

Así comenzó la procesión de Sant Pere, que en tan solo trece minutos llegó a destino (desde Can Sales hasta el extremo más alejado del muelle pesquero). Allí le esperaban entre 400 y 500 personas, la mayoría dentro de las catorce embarcaciones que salieron a navegar junto al santo.

El encargado de portar este año la imagen fue Ángel Joya, conocido como el Piraña. Ese mote es el que da nombre a la embarcación que capitanea, Piraña del Mar. "¡Claro que me hace ilusión llevar al santo!", explicó Joya a este diario. Era la segunda vez que tenía el honor de liderar la procesión marinera. "Antes no me lo dejaban llevar porque hacía mucho el burro. Hoy me portaré bien", prometía.

Cuando el santo llegó al muelle fue recibido entre risas. El flamenco y el reggaeton se callaron por unos minutos al paso de la imagen. Guirnaldas de todos los colores en las embarcaciones. Y como recibimiento, una traca de petardos. El santo bailó antes de embarcarse ante la mirada atónita y la sonrisa del párroco jubilado, Ramiro Merino, que lleva más de 30 años participando en la procesión.

Hubo nervios al embarcarle. Sant Pere casi se traba con las guirnaldas al subir al Piraña del Mar. Pero al final terminó sano y salvo. Dos chupinazos para marcaron el inicio de la travesía y la barca, con casi 50 personas a bordo, salió hacia Portopí. Arrancando con velocidad, como el resto de la procesión. El resto de las naves parecían la Barca Samba: música a tope, baile y ganas de fiesta. Al llegar a puerto, hacia las nueve de la noche, los pescadores, sus familias y amigos celebraron una sardinada y bailaron hasta la noche. Porque Sant Pere lo vale.