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Palma a Palma

Coches antipáticos

Aestas alturas, nadie puede negar que los coches han cambiado nuestra vida. En muchos aspectos, resulta evidente. La ITV, el seguro, los desplazamientos, la gasolina... Pero también estos vehículos tienen hondas repercusiones psicológicas.

Por ejemplo, cuando conduces durante un largo trecho, acabas por conocer los coches que circulan cerca de ti. Se establece entonces, sobre todo en las carreteras largas, una extraña relación. Hay vehículos que te caen simpáticos. Te amoldas a ellos.

Los llevas delante o atrás. Y conforme pasa el tiempo, casi te hacen compañía. A veces te abren camino, especialmente de noche. Y tú te limitas a seguirles. Confiando en ellos.

Otras, te siguen por atrás. Y es como si te estuviesen custodiando. Te hacen sentir seguro.Pero, ojo, también existe el fenómeno contrario. Coches y camiones que, desde el primer momento, te resultan antipáticos. Incluso inquietantes. Los adviertes primero en el retrovisor.

Y nada más verlos, ya tienes ganas de perderlos de vista. Te acechan. Se acercan demasiado. Te espían. Te amenazan. Esos coches antipáticos de los que resulta muy difícil librarse. Y que cuando te adelantan, dejas escapar un respiro de alivio.Hace tiempo, leí que los automóviles generan más agresividad porque no tienen cara. Sólo unos faros como ojos. Y según la disposición de esas luces, componen la imagen inconsciente de alguien bueno o alguien perverso.

De un amigo o un enemigo. Sin que nosotros seamos conscientes ni podamos evitarlo. Son como esas personas que nos caen bien al primer vistazo. O al contrario.

Al final, incluso en la carretera, buscas los elementos humanos que te hagan sentir seguro. Y evitas los que te resultan desagradables.

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