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La supersede de La Protectora (y II)

Plano de la fachada propuesta por Bennázar.

En 1926, La Protectora era una sociedad boyante y su junta directiva pretendía tener una sede acorde con su nivel. Gaspar Bennàzar presentó su propuesta. Los dirigentes editaron una 'Memoria del proyecto de edificio de La Protectora que será presentado a la consideración de la Junta General Extraordinaria que se celebrará el 28 de febrero de 1926'. El folleto que me facilita Juan Tineo pretendía vender las bondades de un edificio cuyo coste se elevaba a la escalofriante cifra de 312.878,49 pesetas (unos 1.880 euros). La justificación se limitaba a una pregunta: "¿Qué pasaría si las familias [de socios] en conjunto quisieran visitar el local".

La fachada, que se puede ver en la imagen que acompaña el artículo, no se ejecutó según el proyecto inicial. De hecho, se parece mucho más a la del cine Born que a la que ha llegado hasta nuestros días en la Protectora.

El proyecto se centraba en tres aspectos. El primero era el local propiamente dicho para los socios. Se habilitaba una zona que incluía un amplio vestíbulo, una sala de tertulia de 40 metros cuadrados, una biblioteca, un salón de 155 metros dedicado a gimnasio, sala de música, conciertos familiares... además, de las dependencias de secretaría y presidencia.

El segundo elemento importante era el teatro o salón espectáculo. Con acceso directo desde la calle a través de tres puertas, se encontraba en la primera planta. La platea disponía de "29 filas de butacas, a razón de 22 butacas cada una, o sea 638 butacas con toda comodidad". Además, en el piso siguiente se construía una gran galería con otros 280 asientos. Y una segunda galería para colocar entre 280 y 500 asientos. En total, un teatro-cine-sala de espectáculos para unas 1.500 personas.

Finalmente, Gaspar Bennàzar proyectaba una gran terraza y jardín en la azotea para contemplar "las siluetas lejanas y esplendentes, las marinas del puerto, los panoramas de Bellver, Puig Major y Galatzó y el hermoso llano que nos circunda". Tendría umbráculos para plantas, servicio de café, restaurante, repostería y una potente luminación.

Estos eran los sueños de La Protectora en 1926. Nueve décadas después, el sueño se ha desvanecido.

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