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Genealogía

De Australia a Palma para encontrar sus orígenes

Wendell Parnell está en la isla para buscar a sus antepasados palmesanos, descendientes de Domingo Vich Cañellas, de los que su familia no tiene pistas desde hace setenta años

A la derecha, la tía de Parnell, Theresa Viagus.

Wendell Parnell vive en Australia. Nació en Myanmar (la antigua Birmania) en 1951 y ahora, a sus 64 años, está en Mallorca durante un viaje más allá de lo turístico. Parnell trata de localizar a sus antepasados. Sabe pocas cosas de ellos: que vivían en Palma y que sus apellidos eran Vich Cañellas. Con estas pistas está intentando buscar sus orígenes en una misión que él mismo reconoce que será muy difícil.

Es la segunda vez que Parnell viene a la isla al acecho de alguna pista que le acerque a su familia. En el primer intento, en 2008, regresó a casa con las manos vacías. En esta ocasión ha recopilado más datos que le puedan conducir a su linaje.

Su abuelo se llamaba Domingo Vich Cañellas. Entre finales del siglo XIX y principios del XX, viajó a la India junto a su hermano Alejandro. Eran estibadores. Después de varios años de trabajar en Bombay, viajaron a Rangún, la que entonces era capital de Birmania. Allí se establecieron y formaron sus respectivas familias. Domingo se casó, se cambió el nombre a Dominic Viagus y consiguió el pasaporte británico (Birmania era una colonia en aquella época). Tuvo seis hijos. El mayor, George, es el padre de Wendell Parnell.

La más joven de los seis es Theresa Viagus, quien le ha contado todos los recuerdos de su familia. Viagus es una monja de 96 años que vive en un convento rural de Myanmar. Hace 80 años ella intercambiaba cartas con su familia mallorquina. En concreto con Ramón y Enrique Vich, dos primos de ella que vivían en Palma.

"Mi abuelo Domingo tenía tres hermanos. Alejandro [que viajó a la India y a Birmania con Domingo], Margarita y Enrique. Lo que ella no recuerda es si Ramón y Enrique son hijos de Margarita o de Enrique", explica Parnell.

Theresa Viagus y los Vich se enviaron misivas de Myanmar a Palma y de Palma a Myanmar hasta que se produjeron los bombardeos de Japón sobre el territorio birmano de 1942 y 1943, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Huyeron de casa y allí dejó la dirección postal de su familia mallorquina. Su vivienda acabó destrozada y la monja perdió todo contacto con ellos.

Hace setenta años que se rompió en vínculo con Mallorca, pero nunca se han olvidado de esa rama de la familia. En los últimos meses Viagus ha escrito en una carta todos los detalles que recuerda de su familia mallorquina. Le asegura a su sobrino Parnell que su mayor ilusión es poder verles. Ramón y Enrique Vich ahora tendrían unos 90 años, por lo que asumen que es muy posible

Wendell Parnell lleva toda la semana en Palma buscando información sobre su familia mallorquina. M. MIELNIEZUK que no estén vivos.

Sin embargo, no tiran la toalla y esperan que sus descendientes puedan sentirse identificados al leer este reportaje. "Muy poca gente tiene un abuelo que se hubiera ido a comerciar a la India y a Birmania", señala el australiano. Ese puede ser el mejor indicio para que alguien se dé por aludido como familiar lejano de Parnell.

Buscando nuevas pistas

En su anterior estancia en Mallorca probó suerte en el Registro Civil y en otros archivos donde pudieran guardar documentos históricos. Esta vez ha ido a visitar la Oficina de Extranjería de Palma para buscar alguna traza de los viajes de su abuelo a la India, pero le han enviado a los juzgados para que reclame por esa vía el acceso a los papeles. Lo único que tiene por seguro es que vivían en Palma.

"Me gustaría tener algo más de munición para la búsqueda, pero solo sé lo que me ha contado mi tía y con eso tengo que probar suerte. Si no lo hago yo, nadie más lo hará. Mi tía me pidió en febrero que les siguiera buscando y para eso he venido. Tengo sangre española y no sé de dónde viene", comenta Parnell, músico y empresario jubilado.

El australiano estará hasta el domingo en la isla, hospedado en un hotel cerca del barrio del Terreno. Asegura que se conformaría con poder saludar a sus familiares lejanos, conversar un rato con ellos. "Me bastaría con poder hacerles una foto y un vídeo para poder enseñárselos a mi tía cuando vuelva a verla y que pueda estar contenta. Y si me voy otra vez con las manos vacías, al menos lo habré intentado".

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