Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Palma a la vista

La plaza más carnívora

La plaza d'en Coll vista y dibujada por Feliu Renom. L.D.

Hasta finales del siglo XIX, la plaza d'en Coll fue un rafal o cobertizo sostenido por columnas que funcionó como mercado dedicado exclusivamente a vender carne en sus distintos puestos. Hoy es una de las plazas comedor de Canamunt, que estrenó glorias gastronómicas mucho antes que la Ruta Martiana y antes también de que fuera declarada parada y fonda para los turistas de la ciudad.

Feliu Renom, que está en capilla a punto de presentar un nuevo libro de sus magníficos dibujos sobre la ciudad, Palma, apunts d'un dibuixant urbà, con prólogo de Gabriel Bibiloni, y presentado por Mariona Ràfols, ha incluido el dibujo de esta particular plaza que se abre a Sindicat. Apunta el médico dibujante que en el centro de la misma se encuentra una fuente con el escudo de Palma que pagó Salvador Coll, de ahí el nombre al lugar. Al empresario rico se le conocía con el alias en Barra d'Or como indica Renom a los pies de su dibujo, y que apunta también Bibiloni en su volumen Els carrers de Palma.

Antes de ser plaza, fue el emplazamiento de la Carnicería. Al derribarla, se vinieron abajo una serie de calles como la del Pou de la Carnisseria que ha quedado integrado en la actual plazuela.

En recuerdo a la venta de la carne queda la carnicería más casta de la ciudad, Cas Caparrot, un lugar de peregrinación para muchos. Se compra ahí por generaciones. El cordero lechal es apreciado por sus clientes.

La plaza está herida. Una de las aperturas del aparcamiento de la plaza Major se abrió en esta plazoleta carnívora restándole bondades urbanísticas. En esa boca de lobo, donde se han pinchado heroína, donde se han amado de mala manera y donde sigue oliendo a orines, los turistas no se dan cuenta.

El trasiego de locales de comida, básicamente, casi embosca algunos de los negocios históricos que perviven en la plazoleta como el de sellos y gomas, la papelería Alemany. Muy cerca se instaló un negocio de reparación de bicicletas cuando el vehículo empezaba a rodar en una ciudad más afecta al coche. La plaza está inflada de vida como refleja el dibujo de Feliu Renom, donde el horror vacui de trastos sobre el pavimiento escapa al minimalismo de muchos diseñadores y urbanistas de nuevo cuño.

La plaza d'en Coll se sale de la línea. Ahí sigue el buzón de correos, la fuente seca, que apenas ve nadie, solo los cuatro mendigos que a ella se han acercado en tardes de alcoholemia. Pillados en pura charla, son los Sócrates de una ciudad de deriva, que pese a ella misma, pese a sus aves de rapiña, a sus a veces nefastos administradores, y a unos vecinos que van y vienen en el trasiego de la compra venta, ahí sigue

Compartir el artículo

stats