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Fumar en pipa

Fumar en pipa

Todos tenemos un pasado. Y a veces, nos cuesta recordarlo. Hace falta que algo nos encienda la bombilla y nos traslade a él. Últimamente, por ejemplo, he recordado que durante un tiempo fumé en pipa. Y esa memoria me ha llegado justamente por la poca gente que hoy en día lo sigue haciendo. Si fumar ya se ha convertido en algo derrelictal y marginado, fumar en pipa ya es el colmo.

Uno lo piensa con algo de nostalgia. Porque la pipa ha sido siempre un hornillo de ideas, un instrumento literario y filosófico de primer orden. Así como fumar un cigarrillo puede convertirse en algo banal, intrascendente, la pipa significa todo un modo de vivir. Hay que llevarla siempre consigo. Tener preparados el tabaco y los artilugios para limpiarla. Vigilar y raspar la cazoleta. Cambiar el filtro...

Los fumadores de pipa lo perfuman todo. Con ese humo tan aromático y denso, que expelen de forma rítmica. Mientras sujetan la pipa con los dientes, al modo de Sherlock Holmes. Quienes hemos fumado en pipa sabemos que su tabaco generalmente huele mucho mejor que sabe cuando lo degustas. Pero incluso así, deja un depósito permanente. Un olor impregnante que permite reconocer a la legua a quien lo fuma.

Las pipas son algo extemporáneas en estos tiempos. Cuando lo que triunfan son los pitillos liados a mano con canutillo de filtro. Esos que al menos tienen el atenuante moral de que -en teoría- no son tan dañinos para la salud. Lo "light" del tabaco liado se opone a lo "heavy" de la pipa. Donde todo es contundente. Los modos, el olor, el tabaco, la combustión, las cerillas incesantes, los golpecitos en el tacón...

En cierto modo, la pipa nos sirve para recordar otras épocas. Nos traslada a los días de Mario Verdaguer o Miquel dels Sants Oliver, con despachos atiborrados de humo. Gente humeante. Pipas cargadísimas, puros habanos y tertulias ruidosas. Una cultura que ignoraba las recomendaciones sanitarias que hoy en día son ya un lugar común. Cuando para indicar que alguien era de armas tomar se decía: "Fulano fuma en pipa".

Fumadores en pipa que parecen salidos de otros tiempos. Con sus fetiches y sus placeres humeantes. Sus boquillas de madera caliente. Y sus colecciones de pipa en el despacho. Es como si, al cruzarnos con ellos, lo hiciéramos con una parte de nuestro pasado.

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