"Santifica con tu bendición estos ramos y estas palmas y a cuantos vamos a acompañarte". Con esta fórmula procedió ayer el obispo de Mallorca, Javier Salinas, a sacralizar los ramos de los feligreses mallorquines. Unos ramos como los que recibieron a Cristo durante su entrada a Jerusalén días antes de su crucifixión y muerte y que luego colgarán durante todo el año en los balcones de las casas de los más devotos.

Entre 200 y 250 personas asistieron a la bendición realizada en el patio del Palau Episcopal, que fue presidida por el obispo de Mallorca, Javier Salinas. Hubo menos gente que otros años, sobre todo menos familias, probablemente por la amenaza de lluvia que finalmente no se hizo realidad.

La bendición, a la que suelen asistir muchos turistas, tuvo lugar en cuatro idiomas: castellano, inglés, alemán y -a diferencia de otros años- también en catalán.

A las diez en punto comenzó con la entrada de una cruz de plata rodeada por ramas de olivo, escoltada por los canónigos de la Seu y Salinas. El intenso olor a incienso y el canto del Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat dio paso a la bendición de los ramos. El prelado roció con agua bendita las palmas y ramas, que los feligreses alzaron mientras esperaban en silencio.

La ceremonia duró doce minutos y continuó con la procesión del capítulo catedralicio y los fieles hacia la Seu. La escasa presencia juvenil se vio compensada por el coro de los Vermells de la Seu, que abrió la marcha con los cánticos. El desfile solemne se vio empañado por la megafonía de la media maratón que se celebraba ayer en Palma. Los gritos del speaker antes de la salida se oían hasta en el mirado de la Seu.

Los coristas, los canónigos y el obispo hicieron el pasillo a los parroquianos para que entraran a la catedral y comenzar la misa de la Pasión. El sermón fue bilingüe (en catalán y castellano). Salinas recordó que cualquier persona se tiene que "enfrentar al mal" en su vida diaria. Lo ejemplificó con "los que huyen de la violencia de la guerra, las mujeres maltratadas por aquellos que dicen que las aman o los que son excluidos de la sociedad".

Igual que hiciera la pregonera de la Semana Santa, Rosa Planas, el obispo realzó el valor de la misericordia y el perdón para "dar esperanza y futuro a todos". "Una justicia que no incorpora la misericordia y el perdón acaba siendo injusta", predicó el prelado.