Cuando presentaron la Semana Santa de este año, la Associació de Confraries destacó que la pujante presencia de mujeres cofrade y monaguillos. Y ayer, en la primera de las grandes procesiones de Palma, quedó sobradamente demostrado. Dos equipos de costaleras fueron las protagonistas del desfile de la Entrada de Jesús en Jerusalén, ya que ellas se encargaron de portar dos de los tres pasos que ayer marcharon por las angostas calles del centro de la capital. Fue un inicio potente para la Semana Mayor de la fe católica, que tuvo un inconveniente: el exceso de parones en el recorrido, que en algunos momentos exasperó al público.

A las seis de la tarde, con puntualidad británica, comenzaron a caminar las 35 cofradías participantes. A las 33 que hay en Palma -a diferencia de otros años, todas estuvieron en el Domingo de Ramos-, se sumaron dos invitadas: la de Pòrtol y la de s'Arenal.

El inicio parecía muy fluido y dejó imágenes curiosas desde los primeros minutos, como, por ejemplo, a dos inocentes bebés haciendo penitencia. Un cofrade de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Nuestra Señora de la Paz llevó en brazos a un minicofrade de pocos meses durante las casi tres horas de recorrido y también participó una segunda criatura en la cofradía de l'Assumpció de Son Espanyolet.

Como marca la tradición del Domingo de Ramos, los penitentes portaron palmas o ramas de olivo. Los responsables de Emaya pueden seguir tranquilos; todavía no se han visto cirios encendidos ni hay rastro de cera en las calles.

La cofradía de Santa Mónica fue una de las primeras en sorprender. Y no fue por la cantera de jóvenes o por la potencia de la banda, sino porque el primer paso de la noche fue portado exclusivamente por seis costaleras. Era el Cristo del Amparo camino de Getsemaní, obra de Antoni Capó, con una iluminación asombrosa. Cuando llegaron al convento de la Concepció, las costaleras se quitaron los capirotes y dejaron ver el sudor tras las casi tres horas de esfuerzo.

Y todavía tenían aliento para quitarse mérito y destacar el ahínco de otras compañeras, las de Jesús del Buen Perdón y la Virgen de las Angustias. Las cofrades portaron a hombros la imagen del Jesús del Buen Perdón con su gesto de misericordia, esta vez sin la talla de María arrodillada.

El tercer y último paso de la noche fue la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén de la cofradía anfitriona, los Penitentes de Santiago. Salieron por el portal de la parroquia de Sant Jaume con más retraso que otros años (hacia las 20.35 horas). Fue tan larga la espera que no se oyeron los vítores y los aplausos con los que el público obsequió a las costaleras. "Muy bien, venga, ya lo tenéis", fue la única arenga con la que dos jubiladas animaron a los rojiblancos mientras empujaban la plataforma con rueda sobre la que viaja el Jesús sobre una burra rodeado de palmas y olivo.

La cofradía de Sant Jeroni, vestida con tela de saco y con cadenas en los pies, fue una de las más fotografiadas por los turistas extranjeros. Stefan Vogt, alemán de visita en la isla, pasó toda la velada fotografiando y grabando vídeos de cofrades, pasos y bandas. Y boquiabierto se quedó al ver a los legionarios en medio del desfile religioso. "Esto en Alemania sería impensable", sentenció.

Menos gozosos se mostraban dos residentes, María González y Antonio Picazo, descontentos por los cortes. "Esto es un cachondeo", espetó él a las puertas de la Concepció, mientras los penitentes estaban parados por culpa del efecto embudo de las callejuelas del Sant Jaume, el Born y Jaume III, en las que parecía haber más penitentes que público. El desfile acabó poco antes de la medianoche, por lo que algunos cofrades tendrán poco tiempo para descansar antes de las seis procesiones de hoy.