De tres en tres, en riguroso silencio solo roto por el repicar de los tambores, desfilaron ayer las 33 cofradías palmesanas durante la procesión de los estandartes. La marcha, que sirve para iniciar la semana de la Pasión de Cristo, discurrió como cada año por las calles del centro de Palma desde el convento de los Caputxins hasta la basílica de Sant Francesc.

Como gesto de homenaje, la cofradía de Sant Miquel Arcàngel fue la última en lucir su enseña con motivo de la celebración del 75 aniversario de su fundación. Fue la única excepción al tradicional orden de antigüedad (de la agrupación más joven a la más veterana). Al final del desfile estuvo el presidente de la Associació de Confraries, Miquel Llabata.

La veintena de trompetas y tambores de la cofradía de Santa Mónica pusieron música durante el recorrido. Fue una procesión más fluida que otros años, gracias a que solo hubo una banda de música (aparte de los Tamborers de la Sala, que marcaron el ritmo de la marcha). Ya se vieron los primeros cofrades que desfilaron descalzos, como el portaestandartes de la austera cofradía de Sant Jeroni. La cofradía de la Dolorosa no participaron tres miembros, sino cuatro.

La procesión del Viernes de Dolores es la más austera de la Semana Santa, en la que no hay pasos ni confites ni cirios (y no es porque el Ayuntamiento haya puesto pegas a la cera que queda en las calles).

También es una de las marchas que congregan menos fieles: sobre todo, hubo espectadores congregados en la calle de Sant Miquel y en la plaza Major, pero en otros puntos del recorrido la presencia de público fue escasa. El ambiente procesional no está presente como en otras marchas más solemnes ni hay silencio en las calles al paso de los cofrades.

La marcha partió puntual y rápida y, justo una hora después, todos los penitentes habían finalizado el recorrido. Los 33 estandartes se colocaron junto al altar de la basílica de Sant Francesc.

Allí la escritora Rosa Planas Ferrer se encargó de leer el pregón de inicio de la Semana Santa. En el templo, en el que se llenaron la mitad de los bancos, estuvieron el obispo de Mallorca, Javier Salinas; el vicario general, Antoni Vera; el presidente del Consell de Mallorca, Miquel Ensenyat y la regidora de Cort Angélica Pastor.