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Sa Torreta

La 'Lletra de metge', escritura extinguida

Tener lletra de metge era un signo distintivo de la noble profesión de los curanderos. Entiéndase la palabra en sentido estricto de quien cura al enfermo...

Foto de la farmacia Miró de la calle Colom en los años 30.

Tener lletra de metge era un signo distintivo de la noble profesión de los curanderos. Entiéndase la palabra en sentido estricto de quien cura al enfermo y no en el del brujo que con palabras y pócimas extrañas asegura hacerlo. Aunque, pensándolo bien, los médicos también utilizan productos enigmáticos escritos en el incomprensible prospecto. Además, los buenos doctores lograban tantos éxitos con una conversación como con una radiografía. La lletra de metge ha desaparecido con el siglo XXI. Ha sido reemplazada por la exacta y precisa tipografía Helvetica o Times de los ordenadores y las impresoras de inyección de tinta. El doctor ya no mira a los ojos del paciente mientras dialoga, sino que fija la vista en la pantalla para leer los resultados de los análisis o una radiografía, que ya ha dejado de iluminarse en sales de plata.

La lletra de metge resultaba ininteligible incluso para quienes la habían estampado sobre la receta del seguro. "Doctor, qué pone aquí", "pregunte en la farmacia". Ahí, en las boticas estaban los intérpretes, los criptógrafos capaces de decidir si el enfermo necesitaba una aspirina o morfina; una dosis de penicilina o un kilo de sulfamidas; un vomitivo o una lavativa.

Estos descifradores del código secreto de los discípulos de Esculapio no solían ser los licenciados, que en la Palma de principios del pasado siglo se dedicaban a sus tertulias de rebotica, a los análisis clínicos o a la preparación de las fórmulas magistrales. "Rostros barbudos, pertenecientes a reposados señores sentados en círculo en los banquillos pegados a las anaquelerías", describía Mario Verdaguer una de estas tertulias. Los auténticos lectores eran los auxiliares de farmacia, antaño conocidos como mancebos, que leían los ignotos símbolos del galeno con la misma velocidad que recitaban el catecismo.

Si les hubieran dado a descifrar la piedra de Rosetta, Jean François Champollion no hubiera pasado a la historia como el primer hombre moderno que comprendió los signos de los faraones. La lletra de metge, como la escritura jeroglífica, es hoy una escritura muerta.

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