Feliu Renom es neumólogo. El médico que quería estudiar Bellas Artes acabó rindiéndose al seny de los padres y estudiando Medicina. Con ella, acabaría en Palma. Aquí hizo el Mir. Reside desde 1977 en Palma, concretamente en El Terreno. Su habilidad en convertir rayas y líneas en dibujos no ha desfallecido con los años, al contrario. Jubilado, el tiempo libre es un regalo para llenar cuadernos. Mallorca ha sido inspiración pero es su capital, el motivo central de sus dibujos. En mayo presentará su volumen Palma, apunts d'un dibuixant urbà, que recopilan sus trabajos desde 2010 hasta 2015. "Soy dibujante, no pintor". Vaya por delante.

Paseante sin perder detalle. El método de Renom es "abrir bien los ojos". Después saca el cuaderno, que siempre lleva con él, y toma apuntes. Parece sencillo pero al ver sus dibujos es vertiginoso ver cierto halo poético en su plasmación de la realidad. "Pocas veces voy en busca de un lugar concreto. Es el objeto el que me atrae. Es lo que se llama deriva urbana. Caminar te estimula. Cuando veo algo lo dibujo, siempre de pie. Disfruto de mirar", señala.

Tanto que el médico ya jubilado confiesa que "es dibujando lo que veo cuando lo poseo". Posteriormente a su fascinación que él troca en líneas, busca información sobre el lugar que ha dibujado. En concreto, de Palma son muchos los rincones que se han fijado al papel pero es sin duda, su barrio, El Terreno el que ocupa mayor presencia.

"Es único, con más de veinte edificios catalogados, con un modernismo popular muy rico", subraya. Este barrio fue el protagonista del primer libro que él publicó sobre Palma. Le han seguido uno dedicado a Estellencs y a la Seu, otro de los iconos del dibujante. En todos, la complicidad de su colega, la también médico Mariona Ràfols, que suele acompañarle con sus textos.

Si el cuaderno es el compañero de viaje, él que pasea solo las ciudades, en la que vive y también las que visita, reconoce que vive un momento dulce. Ha encontrado compinches. La comunidad internacional de los llamados urban sketchers le ha puesto en contacto con colegas de todo el mundo. En sus páginas cuelgan sus dibujos, escriben comentarios, sugerencias, comparten experiencias. Aprenden.

"Me animó mucho porque hay feedback. Es estimulante. Desarrollas más la caligrafía. Todos podemos dibujar. Esa es la base del urbanscketcher, que lo importante es mirar y después compartir", señala Feliu Renom.

Él cuelga sus dibujos en este friso colectivo que permite la red. Ahora un grupo de dibujantes de Palma se encuentran una vez al mes en un lugar, ya sea de la ciudad, o de Mallorca, y durante dos horas dibujan y comparten lo que ha salido. No hay límite de edad. Los niños también son bienvenidos. Se han acercado algunos de los mejores dibujantes, personas como Pere Joan, Max, Tatum del Cluster. Hace tres años organizaron en la Setmana Internacional de Cómic el Urban Scketcher y Renom les conoció. "Para mí ha sido un honor haber podido colaborar en el volumen Serra de Tramuntana con ellos", agradece. Se editó en 2015.

Aquel niño que siempre dibujó, que mientras estudiaba qué le pasa al cuerpo humano y cómo sanarlo, seguía insistiendo en manchar cuadernos -le pidieron que ilustrara las letras D y E de la Enciclopèdia Catalana-, sigue con la mirada atenta. Él ve los cambios de Palma. "Añoro la isla de la calma que conocí en los setenta, y aquella ciudad limpia. Me sigue gustando pero se ha encarecido demasiado". Dibujo los nuevos lugares, edificios, los cambios. Del Palacio de Congresos, dice metafóricamente, "llegará a tener peso en Palma pero yo hubiera encargado una talla L y no una XXL".