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Mujeres de hoy

"He sido una mujer libre siempre"

A sus 97 años, aspira a "cumplir 100 y hacer una fiesta" - Fue 'reina de las playas españolas', artista de teatro - Huyó de España a Francia - Coincidió con Machado: "Era un hombre triste" - La llaman 'mamá Lili'

"He sido una mujer libre siempre"

La mirada puede contradecir la edad. Los ojos de Araceli Moyá Castro, en realidad Araceli Castro que así ha sido su nombre artístico durante más de treinta años y por el que aún responde, son vivaces. Desmienten los 97 años que cumplirá el próximo 2 de abril. "Aspiro a cumplir 100 y hacer una fiesta", expresa. Se le pone cara de niña.

Tiene vida novelesca no por larga sino porque ella es en sí misma un personaje, quizá como los que interpretó siendo bailarina y actriz en los teatros de media España. La Guerra Civil, "el enano", como ella bautiza a Franco, le truncaron la vida. Solo que 'mamá Lili', así la llaman en Establiments donde vive desde hace cuatro décadas, es una roca. "Siempre he sido una mujer libre", sentencia.

Ella fue una de aquellos más de 400.000 españoles que cruzaron la frontera huyendo de las represalias del bando nacional, ya seguro vencedor de la Guerra Civil que liquidó la República. "He callado mucho tiempo. Tenía miedo", dice bajando la mirada. Un gesto que no va con ella. Araceli asegura que en aquellos días coincidió con Antonio Machado en un comedor en el que lo tuvo a la derecha y a su izquierda al coronel republicano Antonio Gómez. Ella pudo estar en aquel grupo de "selectos" porque su marido, Martín Castaño era piloto republicano y "estaba aguantando con Líster". "Fue él quien me dijo, si entran en Barcelona los nacionales y los italianos la guerra está perdida". Prosigue en sus recuerdos: "No puedo jactarme de decir que conocí a Machado porque apenas hablé con él. Solo puedo relatar cómo le vi, un hombre avejentado, caduco, muy triste, enfermo, que escribía cartas. Sí que le escuché decir, cuando vio que quienes servían la comida eran monjas, esto: "Salgo de Guatemala para ir a guatepeor. Ya no nos sirvieron la comida las monjas". No le volvió a ver. A él le llevaron a Colliure y a ella a un pueblecito cercano a Lourdes. Empezó a leer su poesía muchos años después. "Me pareció de justicia leerle. Sus poemas parecen sencillos pero tienen profundidad", juzga.

Araceli Castro vive en Establiments, en una casa enorme que mira de frente a la cantera dormida y que tiene por límite el verde de la finca de Son Gual. Vive con su hija biológica, Lineta Lourdes, y su hija 'adoptada', Marisa, que quedó huérfana de madre -la hermana de Araceli- a los tres meses. Se mueve con agilidad, "siempre he hecho gimnasia; toca, toca las piernas", invita. Se señala la cabeza: "Las piernas y la cabeza las tengo bien".

Antes que Ursula Andress

Medio mundo quedó impactado cuando vio a Ursula Andress en bikini en aquella película de Dr. No. La prenda de los sesenta tuvo un antecedente que encumbró a Araceli. Con tan solo 15 años se alzó por aclamación popular 'la Reina de las playas españolas'. El semanario de Madrid Crónica convocó en 1934 un concurso de los llamados maillots -un sujetador que tapaba el pecho que se agarraba a otra pieza, un short- al que se presentaron más de un centenar de jovencitas posando en la Barceloneta. Entre ellas estaba Araceli con 15 años. Consiguió más de 1.480 votos entre los 10.000 lectores. Un año después, recibió la corona y las 1.000 pesetas en el Casino de San Sebastián. Posó en la revista pero medio año después, se prohibió el uso de los maillots. Y unos días antes de empezar la Guerra Civil, el obispo Irurita habló de "ola de pornografía inundando nuestras hermosas playas".

Hija de ferroviario de Valencia y de vallisoletana, ella nació "en un apeadero cerca de Valls". Quedó huérfana con tres años, y su madre tuvo que hacerse cargo de las tres hijas. Su tía modista fue clave en su pasión por el teatro. "Cuando vi aquella luz de los farolillos, de igual que fueran de papel, me quedé fascinada. Cuando salí del teatro le dije a mi madre: ¡quiero ser artista! Puso el grito en el cielo. Mi tía que era más avanzada me ayudó. 'Serás artista, pero preparada' Ella pagó las clases de baile. A los diez años debuté en el cuerpo infantil en Aida en el Liceo junto a María de Ávila", cuenta.

Con 13 años, fue elegida para reemplazar la baja de la bailarina que acompañaba a Blas Wilson por media España. Actuaron en Palma. "Cuando viajé a esta ciudad, se me metió en el corazón. ¿Quién me iba decir a mí que acabaría mis días aquí? ¡Cómo es la vida!"

Las hijas la interrumpen de vez en cuando. Araceli habla pausado aunque son tantas las historias que podría llenar páginas y páginas. Su charla se desliza entre el humor, punzante, propio del mundo de las tablas, y cierta melancolía. Araceli es hija de la página más trágica de España, también es una superviviente.

No le perdona "al enano" que "dividiera España en dos; él que se pasó diciendo aquello de españoles todos, con esa voz de falsete...". Ella se declara "republicana", aunque salva al actual rey Felipe VI al que considera que "es un rey republicano, porque se ha casado con una mujer corriente, y además creo que está más preparado que su padre".

Al tanto de la actualidad, mueve sus manos con gesto perplejo: "¡Cómo es posible esta corrupción! Da vergüenza. Alí Babá y los cuarenta ladrones. Y qué me dices de Aznar, a ese sí que no le perdono que nos llevó a una guerra sin sentido y que aún la estamos pagando, y después coge a su mujer y la coloca de alcaldesa de Madrid, ¡a la catedrática de inglés!".

Del actual impasse, ella no disimula. "Estoy descolocada. No sé qué va a pasar". Sí cuenta que "Sánchez me parece muy humano".

Araceli ha ejercido dos papeles fundamentales en su vida. Se los ha aprendido al dedillo. El primero se mueve entre bambalinas, bombardeos, trasiego por los escenarios de España, las pérdidas, los encuentros.

Araceli asegura tener "un ángel" que la protege. Durante los bombardeos de Barcelona, cayó una bomba en la finca donde vivía con su madre y las hermanas en la calle Riereta. Ella estaba en la casa. "vivíamos en el cuarto piso y éste se salvó. Murieron cuatro personas del segundo piso. ¡Cómo es el destino!" Ese mismo año, en el 38 se casó con un piloto republicano. "Nos fuimos a vivir cerca de Girona porque tenía tres aeródromos a su cargo. Él le avisó de que había que huir a Francia". Araceli canta una canción de aquellos exilados republicanos. Se le entristece el semblante. Solo volvería a ver a su marido cuando ella fue trasladada a Hendaya, ya con la pequeña Linete. Él murió en Francia.

Tras su paso por los campos de concentración, regresó a la España de Franco. Poco a poco volvió a recuperar su vida de artista y a ayudar económicamente a la familia.

"El teatro me lo ha dado todo. He aprendido mucho. Conocí a gente muy cultivada, y además, es muy divertido. En el teatro tienes que dejar que siga todo. Si te equivocas, no pasa nada, tú sigue". Para ilustrarlo cuenta la anécdota del gazapo de la actriz Lola Membrives. "En lugar de decir, 'estas cortinas se menean', dijo: 'Estas menean se cortinan' Estalla en una carcajada.

En Palma

Con su segundo marido, Juan , dejó el teatro. Vinieron a vivir a Palma donde él montó Pañerías Mallorca. "Palma se me metió en el corazón. Soy mediterránea, necesito tener reuma". Dejó el mundo de la farándula hasta que a mediados de los setenta, y ya instalados en Establiments, Araceli volvió a las andadas. Fue la directora del grupo teatral Es Rutló. "Hacíamos comedia popular mallorquina, incluso monté una revista. Fueron años inolvidables". Cada verano el prior del Secar de la Real los contrataba. También montó un gimnasio para mayores.

En Palma se forjó una de las grandes amistades de su vida, la de Sara Montiel, a la que ella llama por su nombre real, Antonia. "Era divertida, muy guapa. Me contó cosas que no puedo revelar. Aquí se escondía de la prensa", dice y mira al vacío.

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