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Palma a la vista

Los arquitectos tienen la negra

El techo de Ses Voltes se quedó en paños menores. B. ramon

Elías Torres tiene la mala en Palma. Si no le hieren los desaprensivos del spray -no llamarles artistas de grafiti porque éstos juegan en otra división y los otros son unos meros bellacos-, le azota el viento. El arquitecto lleva la negra en una ciudad que suele despreciar lo mejor que tiene. Palma es ingrata con quien la ha querido a pesar de ella. Nombres como Joan Miró, Antoni Gaudí, Calder, Sáenz de Oiza, Rafael Moneo han recibido, en mayor o menor grado, la indiferencia de una sociedad que amaña el desprecio con lo que ellos denominan austeridad.

El arquitecto de Eivissa que le ha devuelto la coherencia a la muralla, con la restauración de una de las zonas más sensibles, ha sobrevivido a varias legislaturas, diferentes alcaldes, demoras de décadas. No hay porqué tener prisa. Las catedrales no se construyeron en un suspiro sino que hubo mucha rogativa y mucha homilía mientras se resolvían los aguantes de las bóvedas de crucería.

El vendaval de estos días ha sacudido, y bien, una de las zonas más calientes, periodísticamente hablando. Situémonos: entre el Palacio Episcopal que fue escenario donde el obispo salió en chándal a recibir por las noches a su secretaria y caminante, en la misma explanada donde los concejales del alcalde José Hila se han merendado los supuestos derechos de unos aparcamientos con vistas al mar, y ahora este vendaval que ha dejado en paños menores el damero que Elías Torres diseñó para Ses Voltes.

Cuentan los que ya tienen una edad, que en la muralla se paseaban con nocturnidad y mucha clandestinidad aquellos que sucumbían a los reclamos de homosexuales que debían esconderse porque desear a un hombre era delito.

En una de las postales mejor pintadas de la ciudad, el cuadro de Antoni Gelabert es uno de los mejores ejemplos, conviven todas las emociones que Shakespeare habría convertido en drama de manera soberbia. Probablemente la sociedad mallorquina le habría afeado sus dosis de sagacidad e inteligencia. Le habría ninguneado y le habría declarado personaje de nulo interés. La autocrítica no va con el carácter mediterráneo.

Otro que ha recibido estos días el azote del viento es Patxi Mangado. Habrá que convenir que alguien le ha echado mal de ojo porque tenemos la negra con el dichoso edificio. Declaró recientemente que está prácticamente acabado, y censuraba que no había un equipo de mantenimiento. ¿Sin estrenar el palacio y ya se cae a pedazos? Habrá que depurar responsabilidades, porque no quiero ni imaginarme si las placas de la fachada volandera caen sobre alguien, por lógica un operario de Acciona.

No llamemos a la negra y pidamos una tregua a la meteorología. Los buenos arquitectos no están ya para más sustos.

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