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Sa Torreta

El día que Llull se convirtió en molestia

Joan Llompart, Torrelló, me remite esta foto que reúne dos conmemoraciones en una sola imagen. La tomó a principios de los años sesenta. En el...

Ramon Llull, entre los dos institutos en los años sesenta. Torrelló

Joan Llompart, Torrelló, me remite esta foto que reúne dos conmemoraciones en una sola imagen. La tomó a principios de los años sesenta. En el centro está la imagen de Ramon Llull, de quien en estos meses de principios de 2016 se celebra el VII centenario de su muerte. A la izquierda, está el instituto que toma el nombre del sabio mallorquín, una institución educativa alojada en un edificio que en estos días cumple un siglo de vida.

La escultura del hoy beato, y dicen que mañana santo, dominaba la confluencia de las avenidas con la Rambla desde 1913, es decir, antes de la inauguración de la nueva escuela. Llegó allí desde el claustro de Montesión, quizás porque los jesuitas se hartaron de homenajear a una personalidad de la competencia franciscana -es broma-. En 1900 se habían celebrado pomposas reuniones en sa Llonja para levantar un gran monumento al sabio. En 1915, se había organizado una gran procesión para colocar la primera piedra de un monumento en el puerto, que jamás llegó a concretarse. El encargado de ejecutarlo era Josep Clará, que incluso modeló una maqueta.

Hasta que en los años sesenta se fundió la escultura de Horacio de Eguía que se puede ver junto a s'Hort del Rei, el del instituto era el único monumento público dedicado a Llull.

La foto de Torrelló muestra la soledad del personaje. En medio de una diminuta rotonda más que suficiente para encauzar el escaso tráfico de la zona. Apenas se ven tres vehículos. Una breve sensación de paz, porque el filósofo franciscano se convirtió en una molestia con la masificación del automóvil. Poco después de que se tomara la imagen fue arrinconado, creo recordar que en el interior de uno de los patios del instituto.

Llull era una molestia para los coches y también para la feria del Ram, que en aquella época se instalaba en los bulevares centrales de las avenidas y en la inmensa plaza formada entre los institutos masculino y femenino y el canódromo. Llull siempre ha sido un estorbo para la Iglesia. Esta escultura también lo fue para los palmesanos.

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