El Correfoc 2016 tuvo un plus: la luna. En su fase creciente, puso más luz al fuego. La magia estaba asegurada en la antesala del adiós a las fiestas de la ciudad. Este año, los diablos pidieron retrasar su pasacalles al coincidir con Sant Antoni. Demasiado trabajo para Luzbel en una misma noche, y en diversos puntos de la isla. Se decidió retrasar la salida de los luciferes en su habitual correfoc. Por un año, le ganó la partida el santo que fue cabeza de cartel la noche grande, la de la Revetla. No importó. Todo lo contrario. Así Lucifer y sus amigos contaron con la alianza del satélite blanco. Fueron miles los que quisieron despedirse de las fiestas.

El Correfoc cada vez se parece más a otros festejos. Ha dejado de ser un pasacalles con improvisaciones de los demonios para convertirse en un desfile. En aras de la seguridad, la fidelidad a la esencia del correfoc ha perdido músculo, pero aún los juegos de pirotecnia tienen su miga.

Los diablos volvieron a cambiar este año su itinerario. Salieron desde la plaza de la Porta de Santa Catalina y desde ahí recorrieron parte del passeig Mallorca y la avenida Jaume III para desembocar, eso sí se mantuvo igual que la pasada edición, en la plaza Joan Carles I, donde se prendió el fuego todos a una.

Las seis collas de demonios, las de la Associació Cultural Realment Cremats, la Associació Cultural Dimonis de Son Sardina Enfocats, la Associació Kinfumfa, la Associació Cultural Rondalla de Bellver, la Cultural Ratapinyada Endimoniats y la Rs Cau des Boc Negre provocaron el susto de los pequeños, envueltos en la niebla de la pólvora. La ciutat cremada se logró gracias a la quema de más de 172 kilos de material pirotécnico. Pero antes de que el fuego iluminara el centro de la ciudad, hubo un aperitivo.

Castellers

El cap de colla daba instrucciones precisas. Faltaba gente pero al final se cumplió el horario, incluso los Castellers de Mallorca tuvieron tiempo de dar una propina. Cumplieron lo previsto, un 3 de 6, que aupó a la anxaneta Canoa; un 3 de 6 amb l´agulla; un 4 de 6 y dos pilares de 4. El bis fue un impactante pilar por debajo. Al público se le puso el corazón en un puño al ver cómo ascendían por las columnas humanas las niñas Merche, Vicki y Júlia.

A las 22 horas, se apagaron los focos en la plaza de la Porta de Santa Catalina, el punto neurálgico del correfoc. Hubo un sutil y fugaz silencio que en seguida quedó interrumpido por los bufidos de dos dragones, uno de ellos, el popular de Na Coca, que salió brioso y al cabo de quince minutos tuvo que repostar su combustible. Llevaba en su lomo escamoso una cámara GoPro que registraba todos sus movimientos.

El público que llenó la plaza, parte del passeig Mallorca y Jaume III, era muy variopinto. Se vieron muchos turistas.

La traca final tuvo lugar en la plaza de Joan Carles I. Los demonios, los dragones, a ritmo de batucada, entonaron el adiós

a un Sant Sebastià muy templado.