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Palma a la vista

Una de Avenidas

Las Avenidas se miran en el espejo de Blanquerna, la nueva zona de tapeo. L.D.

Hasta la saciedad repiten que "Palma está de moda". Ese que "se sale" de la ciudad desvanecida ya no es novedad como no lo es que el centro de su corazón es más germano y/o sueco que mallorquín. Nada nuevo porque si algo caracteriza a las urbes es su dinamismo, aún incluso pagando un precio muy alto por ello. Otra cosa son las consecuencias de tanto meneo.

Una de ellas es el paulatino desplazamiento de las zonas de ocio que se está desplazando fuera murallas. Hay vida más allá del centro. Mucha, diría.

La cruzada que se montó por mantener las terrazas del Born resulta ajena a la inmensa mayoría de residentes en Palma. Casi 400.000 personas censadas. Votaron, unas 15.000. Restando niños, saque sus cuentas; ya vemos lo mucho que importa el tema a la ciudadanía. Ganaron, eso sí, los del sí. Solo que no es ese el motivo por el que se está produciendo un éxodo fuera murallas.

Palma quiere salirse de las costuras una vez más. Me temo que en esta ocasión, por asfixia de precios. Alquileres por las nubes, ¿comprar, ha dicho?, pinchos de tortilla a precio de gamba y aparcamientos con tarifas antipáticas, no suman adeptos. Restan.

Dejemos el centro, entonces, y saltemos las murallas. No se vale Santa Catalina, que se ha puesto aún peor que lo antiguo de Palma. Vayamos a las Avenidas.

Hay movimiento de dos tipos: uno comercial, en el que se asientan las franquicias dedicadas al textil desplazando al comercio local; y el otro, el del pure jale.

Si tuviéramos que situar una red para dividir las canchas, ésta podría ser la plaza de España. Del mar hacia ella, nos vestimos; y de ella hacia la montaña, comemos. La cocina está en el tramo de Comte de Sallent, a partir de su cruce con 31 de Desembre. Desde el Nica, que este año celebra su 40 aniversario, hasta el Mediterrani, uno de los últimos en apostar por la zona, la oferta se mueve entre italianos, gallegos, japoneses y el socorrido tapeo. No falta uno de carne para adolescentes.

¿A qué se debe el despertar de esta zona? Es probable que ahora se estén viendo los beneficios de peatonalizar Blanquerna; incluso lo admiten los incrédulos y aquellos que protestaron como gallos de pelea. La calle está muy viva, no solo de día, también por las tardes, y hasta la hora de la cena. Se respetan horarios. No hay quejas de vecinos a diferencia de lo que ha ocurrido en Fàbrica. Eso sí, también les ha dado por montar esas terrazas que parecen invernaderos. A ver, en una ciudad como Palma, donde frío, frío, no hace; ¿a qué entoldarnos? ¿No basta con las mantitas, con las estufas champiñón, para querer estar encerrados en el corralito plástico? Y si tenemos frío, pues dentro, que se está muy bien. ¡Qué manía con estar siempre en las terrazas!

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