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Terrazas

El reto de recuperar el espacio público

La Federación de Asociaciones de Vecinos propone al Ayuntamiento tres medidas para controlar las más de 1.300 terrazas de bares y restaurantes existentes en Ciutat y reducir el exceso de ocupación de la vía urbana que provocan muchas de ellas

Imagen de la calle Fàbrica, en Santa Catalina, una tarde de verano. B. Ramon

Antes de que las terrazas de los bares ocupasen la zona central, "podías pasear por el Born de un tirón y sin obstáculos", recordó este viernes la pregonera de las fiestas de Sant Sebastià, la actriz palmesana Assun Planas. Pese a la decisión de mantenerlas en el emblemático paseo, el reto que se ha marcado el equipo de Cort durante la actual legislatura es "garantizar la recuperación de los espacios para los ciudadanos, equilibrar los diferentes usos compartidos y limitar los excesos de ocupación de las terrazas", tal como se especifica en el acuerdo de gobierno del Pacto.

Esta semana han aprobado la primera medida para controlar los citados excesos: contratarán a 12 parados de larga duración para supervisar la ocupación de la vía pública y detectar posibles irregularidades por parte de los establecimientos. Empezarán a trabajar a mediados de febrero y también recogerán quejas de los vecinos sobre los negocios que causan molestias y distribuirán trípticos sobre buenas prácticas entre la ciudadanía.

Sin embargo, la Federación de Asociaciones de Vecinos tiene mucho más camino andado que el equipo del tripartito respecto a los problemas de ocupación que provocan las terrazas de los bares, ya que los sufren cada día en sus barrios desde que empezaron a proliferar el pasado mandato. Tanto el PSOE como Més fueron muy combativos con este tema cuando estaban en la oposición, por lo que ahora que gobiernan en Cort, la entidad vecinal les pide implicación y propone tres medidas "para regular el espacio público con el fin de humanizarlo y que prevalezca la calidad de vida del palmesano".

La primera es "traspasar las competencias sobre ocupación de la vía pública de la regiduría de Interior a la de Urbanismo", tal como señala el presidente de la Federación, Joan Forteza. ¿Por qué? "Interior no tiene recursos ni personal para ello, mientras que la concejalía de Urbanismo y Modelo de Ciudad cuenta con arquitectos e ingenieros". Estos profesionales están formados para llevar a cabo la segunda propuesta de la Federación: "Las nuevas solicitudes de ocupación deben ser tramitadas mediante una licencia de actividad, como ya se hace con el propio local". Forteza detalla que actualmente "la tramitación es muy básica y consiste simplemente en hacer una declaración responsable y aportar una foto y un pequeño croquis de la terraza y el bar, que puede elaborar uno mismo, por lo que suele haber numerosas irregularidades".

En cambio, con una licencia de actividad "tendrá que intervenir un profesional, que contemplará las ordenanzas relacionadas con la ocupación del espacio público". "Si te quieres construir una casa -como ejemplifica-, acudes a un arquitecto, que te informa de cuántos metros puede tener y de otras limitaciones". Respecto a las terrazas, los especialistas no solo deberán tener en cuenta las citadas normativas, sino también "más condicionantes, como que las mesas y sillas no estén al lado de un carril bici, una parada de autobús, un cruce o un paso de peatones, porque compromete la seguridad de las personas", en palabras de Forteza.

La Federación de Vecinos ya se ha reunido con los colegios de Arquitectos e Ingenieros y están de acuerdo en que sus asociados sean los encargados de tramitar y firmar las licencias de actividad. Además, ha registrado en Cort las propuestas y la próxima semana se las explicará al concejal de Urbanismo, Antoni Noguera.

Ordenanzas dispersas

La tercera medida planteada por la entidad para controlar las más de 1.300 terrazas existentes en Ciutat es "crear una ordenanza de usos y actividades en la calle que resuma la normativa que hay dispersa sobre este tema, como son la ordenanza de ocupación de la vía pública, la cívica y la de ruidos", enumera el presidente vecinal. La nueva norma debe contemplar, entre otras cosas, que el espacio público ocupado no sea mayor que el número de metros cuadrados del local, que el interior del establecimiento tenga capacidad para almacenar todo el mobiliario colocado en la vía pública cuando está abierto y que cumpla las condiciones para dar servicio a la terraza (wáteres, personal, etc.), que el mobiliario exterior esté armonizado según el criterio del Ayuntamiento, que esté bien señalada la ocupación del espacio permitida y que en la fachada del local sea visible un cartel con las condiciones de la licencia de actividad, como el número de mesas, sillas, toldos y otro tipo de mobiliario, según propone la Federación.

"Todo ello iría encaminado a una mayor calidad de la ciudad -asegura Joan Forteza-, por lo que si se hace bien puede ser ejemplar para otros municipios". Por eso cree que "la licencia debe concederse por un periodo de dos años, en lugar de tener que renovar la autorización cada tres meses, como ahora, ya que daría estabilidad a los restauradores".

Los ejes cívicos

La calle peatonal Fàbrica es el caso más llamativo de exceso de ocupación de las terrazas, ya que cuando se creó este eje cívico empezaron a proliferar los bares y restaurantes. En los 200 metros que mide la vía, hay 34 locales, de los que 23 son establecimientos de restauración, además de uno en obras y otro que se traspasa. La asociación de vecinos Barri Cívic Santa Catalina lleva años denunciando las molestias que sufren, sobre todo en verano, por lo que el pasado julio invitaron a la concejala de Interior, Aurora Jhardi, para que lo comprobase por sí misma.

"Tenemos que encontrar una solución antes de la próxima temporada, porque el problema se empieza a extender a otras calles, como Sant Magí", afirma Jhardi, quien todavía desconoce si actuarán solo en cuestión de horarios o aprobarán también un plan de usos comerciales.

Para la Federación, esta figura urbanística es la única solución cuando Cort construya nuevos ejes cívicos. "Todos los que hagan tienen que venir acompañados por su plan de usos, porque dará garantías a los residentes de que en esas calles y las aledañas estará limitado el número de negocios de restauración y, por lo tanto, de terrazas y ruido", como destaca el presidente de la entidad.

También es necesario uno en Blanquerna. Tiene 114 negocios, de los que un tercio son bares y restaurantes, una cifra que sube de forma paulatina. "En este caso, debemos prevenir antes de tener que adoptar medidas drásticas", dice Jhardi, que tiene constancia de la "preocupación vecinal" por que este eje cívico se convierta en una nueva calle Fàbrica.

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