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Palma a palma

Mañanas

Hay mañanas y mañanas. Pero no existe una experiencia matinal parecida a la de dos días concretos del año. La Navidad y la jornada de Reyes.

Habitualmente, las mañanas de días festivos son tranquilas en Palma. Poca gente a primera hora. Grupos de excursionistas que salen hacia su destino. Algunos turistas. Familias que van a por el cafetet... La actividad está a medio gas. Pero tiene algunas alternativas propias de los domingos y jornadas festivas.

Por Navidad y Reyes las cosas son diferentes. En ambos casos se trata de jornadas con una actividad importante la noche anterior. Sea la celebración de la Nochebuena, sea la multitudinaria cabalgata de Reyes. Y por la mañana, además, es el momento que los niños aprovechan para disfrutar con mayor deleite de sus regalos.

De manera que se produce una especie de suspensión de la actividad exterior, a favor de la introspección casera. El silencio en muchas calles es sepulcral. Los bares y las terrazas están cerrados o con poca gente. Se adivina la vida en el interior de las casas. Pero la ciudad está adormecida.

En muchos casos, eso coincide con esos episodios anticiclónicos típicos del invierno. Con cielos de un azul radiante y un sol poderoso. Las famosas calmas de diciembre o enero. Los árboles, los edificios, las avenidas, aparecen resaltados y precisos. Como si fuesen la miniatura de un belén. Y los escasos paseantes, las figuritas ocasionales que lo adornan.

No sabes cómo, pero recorriendo esa ciudad solitaria percibes la vibración de la fiesta. De las reuniones familiares, los regalos. La vida oculta que no puedes ver, pero se adivina en cierta forma. Eso le da un trasfondo alegre y optimista a tanta calle vacía. Al contrario de otras jornadas, en que la soledad urbana produce tristeza y melancolía.

Será porque, poco antes de la hora de comer, comienzan a salir las familias. Se dejan en los contenedores los envoltorios de muchos juguetes. Se exhiben los regalos.

Todo se llena de voces infantiles. Se hace un aperitivo al sol. Y todo lo que hasta entonces intuías se convierte en realidad escenificada.

Las mañanas de Navidad y Reyes nunca serán iguales a otras mañanas, aunque parezcan idénticas. Es así, aunque resulte un misterio.

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