"Lucharemos para garantizar los derechos de la ciudad [...], pero sobre todo para recuperar el orgullo de Ciutat, el de las ciudadanas y ciudadanos, especialmente después del desgaste y la humillación que han sufrido por la crisis y los recortes". Son las palabras del alcalde de Palma, José Hila (PSOE), durante su discurso de la Festa de l'Estendard. Un parlamento de marcado carácter social y político en el que resumió las prioridades de su equipo de gobierno y planteó los retos de la Palma de los próximos cuatro años.

Tras una etapa en que el discurso se ocultaba al público y se pronunciaba en el salón de plenos, el alcalde bajó a la plaza de Cort y se dirigió a la ciudadanía a pie de calle. A diferencia de ocasiones anteriores, no hubo pitos ni abucheos sino todo lo contrario. Hila tuvo que interrumpir su alocución hasta en ocho ocasiones por los aplausos del público.

"Hoy las batallas que libramos en la ciudad son contra un enemigo aparentemente invisible: la especulación financiera, la crisis económica que nos golpea desde hace años. Nuestro adversario son las desigualdades y la falta de oportunidades", afirmó Hila.

El munícipe socialista expuso que la ciudad estaba "crispada y desatendida cuando entraron a gobernar en junio. Agregó que el objetivo de su equipo de gobierno es un "cambio social" para lograr "una salida de la crisis". Dijo que forman un gobierno "eficaz", aunque varios representantes del PP mostraron su desacuerdo entre risas.

Destacó que este año Cort dispone de dinero para realizar inversiones gracias a la Ley de Capitalidad, cuando "hacía cuatro años que no llegaba dinero por esta vía". Sin embargo, sostuvo que no son tiempo para "grandes infraestructuras ni cemento", sino para "dar respuesta a las emergencia social". De cara al 2016 se marcó como retos "devolver la dignidad a la Policía Local" y "abrir el Palacio de Congresos para que comience a dar un retorno económico a la ciudad".

Los portavoces de la oposición en Cort se quejaron del marcado contenido político de la alocución del alcalde en vez de centrarse en un discurso institucional. "Ha sido un mitin", resumió Marga Durán (PP) "Ha defendido su trabajo político y no ha dicho la verdad sobre las inversiones de capitalidad: sí que las hubo [en la pasada legislatura]", agregó la popular. En representación de C's, Josep Lluís Bauzá declaró que "es una lástima que no haya hecho un discurso institucional centrado en la fiesta que se celebra".

El parlamento de Hila fue el culmen de una jornada festiva marcada por la tradición. A las 10.15 horas -con puntualidad británica- la cimera del rey Martí y el pendón real salieron a la plaza de Cort portados por los 26 de 29 concejales de la corporación municipal que asistieron al día grande del Estendard.

La comitiva de regidores desfiló en procesión acompañados por la policía montada, tambores, payeses, cavallets de Sant Jordi, maceros y la banda municipal. Este año faltaron los policías de gala como señal de protesta.

Diez regidores "insumisos"

La otra polémica fue la de las cintas de la medalla de la ciudad. Los ocho regidores del PP -que el día antes se habían declarado "insumisos"- portaron las insignias junto a la antigua bandera rojigualda. Pero la guerra de símbolos también dividió al PSOE y los populares sumaron a dos socialistas críticos con la decisión del equipo de gobierno del que forman parte. Angélica Pastor llevó la medalla antigua, que le había regalado su padrino político, el exregidor Ramón Torres. Y el edil Adrián García pidió a Protocolo la cinta de la bandera de España por "convicción y tradición".

Los ediles de Cort marcharon hacia la Seu y sumaron a medio camino a una decena de representantes del Consell de Mallorca. Faltó el presidente insular Miquel Ensenyat y como máxima autoridad del Consell estuvo el vicepresidente primero Jesús Jurado.

A las puertas de la Seu fueron recibidos por Joan Bestard y Pere Torres, miembros eméritos del Cabildo Catedralicio. Tampoco asistió el deán de la Seu, Joan Bauzá, por hallarse de viaje.

La misa solemne, que duró cerca de hora y media, fue presidida por el obispo Javier Salinas y en ella actuaron los cossiers con su tradicional baile. De la homilía se encargó el rector de la iglesia de Santa Eulàlia, Antoni Alzamora, que reflexión sobre la cara oculta de la Festa de l'Estendard.

Alzamora se preguntó "qué pasó realmente aquel 31 de diciembre de 1229" y, en un sermón lleno de apuntes históricos, destacó que la entrada de las tropas cristianas a Ciutat de Mallorca "no fue tan triunfal y digna como a menudo se imagina". Reflexionó sobre las muertes en el bando musulmán y otras "miserias y bajezas propias de la condición humana" que comportan los actos bélicos.

Tras la misa la corporación regresó a la plaza de Cort para retirar el pendón y asistir a la lectura del poema La Colcada, escrito por Pere d'Alcàntara Penya e interpretado un año más por Miquela Lladó. Junto a ella hubo unos 70 niños de la Escola de Música i Danses de Mallorca.

El público, unas 500 personas, se agolpó para escuchar con atención la historia de una abuela que explica sus recuerdos de juventud de la Festa de l'Estendard. Tras el poema, Lladó y los pequeños se quedaron de fondo junto al sinofós para escuchar la lectura del discurso del alcalde.

Los actos del Estendard finalizaron en la sala de plenos con la entrega de las medallas de oro de la ciudad, acto solemne que puso el punto final a la actividad política del Ayuntamiento de Palma en 2015.