"Passeig Mallorca: 2". Es el mensaje más repetido por el cartel luminoso que Cort instaló hace un mes y que señala cuántas plazas hay libres en el tramo inicial del paseo de Mallorca, entre es Baluard y Jaume III. El rótulo casi siempre indica que hay dos huecos para aparcar en la calle, de acuerdo a la información que le aportan unos sensores incrustados en el asfalto. El mecanismo está pensado para evitar que los conductores den vueltas en vano por una zona en la que la mayoría de vehículos solo circula para aparcar. Sin embargo, de momento no ha conseguido su resultado.

Ninguno de los vecinos ni de los conductores habituales de la zona ha visto un cero en el luminoso, una cifra que indicaría que no queda sitio libre. Desde su puesta en funcionamiento, son pocos los ciudadanos que conocen la existencia del cartel. Así se deduce tras consultar a varios automovilistas que circulaban esta semana por la calle. Y los pocos que sí han visto el letrero electrónico se ven frustrados al no encontrar aparcamiento, aunque el rótulo dice que hay huecos vacíos.

Cort recuerda que los sensores están en pruebas, por lo que son susceptibles de fallar. Sin embargo, la experiencia diaria demuestra que el fallo es permanente. Arturo, el veterano gorrilla que cada día está en ese tramo del paseo de Mallorca, asegura que el cartel no ha funcionado bien desde que lo instalaron: "El primer día marcaba que había seis plazas libres y no era verdad". Arturo añade que "muchos coches no respetan las líneas para aparcar y los sensores se quedan destapados".

Como explicó este diario a principios de noviembre, el Ayuntamiento instaló 48 sensores de aparcamiento al aire libre a modo de prueba piloto. Los dispositivos le salieron gratis a Cort, ya que la empresa que gestiona la ORA en Palma se comprometió a instalarlos sin coste alguno para las arcas municipales. Los sensores funcionan como un detector de metales: si hay un vehículo sobre ellos, envían la información al panel que hay en la esquina de Jaume III y en tiempo real se actualiza la cifra de plazas libres. Para que el sistema funcionara bien, el área de Movilidad repintó las marcas de aparcamiento del asfalto y las individualizó para que cada hueco tuviera un sensor en el centro. Sin embargo, no todos los conductores las respetan.

A ese problema se añade el misterio de las dos plazas libres. En la calle hay un carga y descarga para camiones y una reserva para discapacitados, pero en ninguno de estos espacios han instalado detectores. Los únicos dos huecos vacíos que sí tienen sensores son los del Hotel Saratoga. Frente al alojamiento hay dos aparcamientos para que los clientes del hotel dejen el coche un máximo de diez minutos. Los funcionarios de Cort aseguran que ninguno de los dos sensores está conectado al letrero informativo. Sin embargo, en el paseo de Mallorca no hay más sitios libres que esos dos.

Una teoría que baraja Cort es que siempre haya coches mal aparcados, por lo que los sensores no detectarían la presencia del vehículo. Sin embargo, en el momento de realizar las fotos que acompañan este reportaje todos los coches estaban correctamente estacionados. Horas más tarde había un coche mal aparcado y el rótulo mostraba que había tres plazas disponibles, una más que de costumbre. "El sistema está en pruebas y estamos a tiempo de introducir mejoras", apunta Cort.