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Palma a palma

Vuelven los muñequitos

Protagonistas absolutos de mi infancia. Inmóviles pero llenos de vida. Sugerentes, misteriosos. Vuelven los muñequitos. Desde hace un tiempo, muchas tiendas exhiben en sus escaparates la reproducción en miniatura de personajes de películas: el Rey León, la Sirenita, Tintín? Los estantes se llenan de una multitud liliputiense con sus gestos ampulosos, sus colores, sus diferentes estaturas.

Durante los últimos tiempos, los muñequitos habían experimentado un fuerte retroceso. Los juguetes más tecnológicos les estaban ganando la batalla. Fueron quedando relegados a un segundo o tercer plano. Como residuo romántico de la época en que la imaginación suplía a la tecnología. Hoy ocurre lo contrario. Y hasta te topas con bebés que hacen funcionar la tableta con toda naturalidad.

Ignoro por qué ley comercial, los muñequitos han vuelto. Están en muchas papelerías, tiendas de juguetes o de chuches. Y reviven así los recuerdos de niñez.

La relación con tus muñequitos era psicológicamente compleja. De niño, pasabas delante de un escaparate y te prendabas de un personaje. De repente, te parecía que su posesión era lo más deseable del mundo. Aquel Tarzán inmóvil, con la mirada en el vacío, te prometía miles de aventuras. Te sugería el inicio de una gran amistad. Compartiendo juntos todos los universos de la imaginación. Los días en que esperabas la hora de hacerte con él se hacían eternos. Soñabas con el muñequito. Le hablabas a distancia. Movías la mano como si lo tuvieses ya contigo.

Y qué decir del día en que por fin te lo compraban. Llegabas a casa totalmente extasiado, buscando un rincón para jugar con él. Cada muñeco tenía su carácter. Algunos te defraudaban al poco tiempo, y acababan en el fondo de la cesta de los juguetes. Otros, en cambio, respondían a tus expectativas. Se convertían en parte de tu vida imaginaria. Y cuando desgraciadamente dejabas de jugar a los muñequitos, porque te hacías más mayor y ya pensabas en otras cosas, los guardabas con cariño. De hecho, conservo todavía más de uno de ellos.

El regreso de los muñequitos es una buena noticia. Porque representan el poder más incondicionado de la imaginación. Una vuelta a los orígenes. El valor de la fantasía y la poética infantil. De hecho, por más mayores que seamos, siempre deberíamos buscar un momento secreto para seguir jugando a los muñequitos.

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