La empresa municipal Emaya presentó ayer cuatro alternativas para la recogida de basuras en el centro histórico de Palma. Las diferentes opciones se han diseñado mediante el informe de una empresa externa que Emaya contrató para pensar los pros y contras de cada sistema y cuánto costaría recoger la basura con cada uno de ellos. A partir de la semana que viene la empresa pública se reunirá con vecinos, comerciantes, hosteleros, partidos políticos y personal de Emaya para que opinen sobre el sistema que debe sustituir la fallida recogida neumática, que colapsó en 2012. La decisión final la tomará la dirección de Emaya, aunque espera lograr un amplio consenso para que el sistema elegido perdure en el tiempo.

En cualquiera de los cuatro supuestos, Emaya ha previsto ampliar la recogida puerta a puerta para comercios y locales de restauración. Ahora en algunas calles comerciales del centro se recoge el cartón con este método, pero se podría ampliar, por ejemplo, a las botellas de vidrio de los bares.

Además, Emaya también quiere implantar una quinta fracción de residuos: la de la basura orgánica, que incluye restos de fruta, verdura, carne, pescado, cáscaras de frutos secos, entre otros. La compañía palmesana quiere recoger la basura orgánica en toda la ciudad, como ya se hace en muchos otros municipios de Mallorca, y espera aumentar la cantidad de reciclaje para quemar la menor cantidad de residuos posible. Actualmente solo se recicla el 20% de la basura de la ciudad.

Los resultados del estudio presentado ayer incluye las ventajas y debilidades de cada una de las alternativas para la recogida de basuras en el centro histórico, así como su coste. Estas son las cuatro opciones que han diseñado:

Recogida selectiva móvil: Los contenedores se colocan cada tarde y se quitan de noche

La recogida selectiva móvil es el sistema más innovador, aunque ya se aplica en otras ciudades españolas (Oviedo fue la pionera). Durante el día no hay contenedores en las calles. Por la tarde el personal de Emaya colocaría pequeños contenedores para recogerlos de noche con vehículos eléctricos. El sistema permite conocer en qué calles de recicla más, aunque tiene la desventaja de que el horario para tirar la basura es muy limitado. Emaya calcula que con este método se duplicará la basura reciclada y aumentaría al 40%. La inversión inicial no es muy elevada (2,35 millones de euros) y costaría 1,8 millones al año. Además, permitiría ahorrar casi 500.000 euros en la factura de incineración de residuos gracias al aumento del reciclaje.

Recogida puerta a puerta: Es la opción más ecológica, pero requiere más personal

La recogida puerta a puerta en los domicilios está presente desde hace años en numerosos pueblos de Mallorca, como Esporles o Campanet. Se establece un calendario semanal para depositar los residuos, de forma que tres veces por semana se recoge la fracción orgánica y el resto de días recolectan el papel y cartón, el vidrio, el plástico o el rechazo. Los vecinos deben colocar cada noche los contenedores o las bolsas en la puerta de su domicilio. Triplicaría la cantidad que se recicla, tendría un mínimo impacto visual (solo se verían los contenedores de noche) y el coste para implantarlo es muy bajo (la inversión inicial rondaría los 1,5 millones de euros). Requiere más personal y poca maquinaria, por lo que su coste anual sería de 1,6 millones, aunque Emaya ahorraría más de 700.000 (casi la mitad) al disminuirse notablemente la factura de incineración.

Contendedores en superficie: Se eligió como sistema provisional pero tiene un gran impacto visual

Los contenedores en superficie existían antes de la recogida neumática y se recuperaron como solución provisional en 2012 tras el fisco de aquel sistema. Supone que habría contenedores en la calle las 24 horas del día, por lo que aumenta el impacto visual aunque permitiría que los vecinos tiraran el reciclaje a cualquier hora (las ordenanzas prohíben tirar el rechazo por la mañana). Emaya propone mejorar los puntos de recogida, de forma que en cada lugar se coloquen cinco contenedores para cada una de las cinco fracciones de basura. De esa forma aumentaría el reciclaje (del 20% actual a un 30% estimado). Sin embargo, esa decisión implica que haya menos calles con contenedores, porque en las vías estrechas del centro no hay sitio para cinco contenedores juntos, de forma que los vecinos deberían caminar más para tirar la basura. La inversión inicial es baja (1,7 millones de euros) y la explotación anual es muy baja (1,15 millones).

Contenedores soterrados: No se podrían instalar en las calles estrechas

La instalación de contenedores soterrados -que ya existen en otros barrios del Eixample- es la que presenta más inconvenientes. Implica excavar a tres metros de profundidad y solo poner receptáculos en calles anchas donde puedan circular los camiones grúa que levantan los contenedores. Supondría reducir notablemente los puntos de recogida y dificultaría cambiar de lugar los contenedores una vez ya colocados. Casi no tendría efectos positivos sobre el reciclaje y tendría su coste de implantación es el más elevado: algo más de 5 millones de euros. A su favor están el bajo impacto visual y un coste de explotación anual muy bajo (1,15 millones de euros).