Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sa Torreta / Ramon Llull y Palma (VIII)

Desmontando el martirio del beato

Ramon Llull murió martirizado -o no- en Bujía a principios de 1316 -o no-. Unos 670 años después, un grupo de médicos sometió el cuerpo del beato...

Cráneo y pelvis del beato Ramon Llull.

Ramon Llull murió martirizado -o no- en Bujía a principios de 1316 -o no-. Unos 670 años después, un grupo de médicos sometió el cuerpo del beato a nuevas torturas, científicamente llamadas "estudios antropológicos y paleopatológicos". En 1985, el obispado autorizó a un grupo de especialistas encabezados por el doctor José María Rodríguez Tejerina que estudiaran in situ los restos.

No era la primera vez que la curiosidad científica y/o religiosa propiciaba la apertura de la tumba. Ya se había hecho en 1611 y 1915. Sin embargo, en esta ocasión se levantó una gran polvareda mediática y la Iglesia tuvo que salir al paso para lamentar el "modo sensacionalista e irrespetuoso" con el que se trató la noticia. Aun a riesgo de caer en el mismo pecado, recordaremos los resultados de la última revisión médica.

Los médicos, no por falta de respeto sino en cumplimiento de su misión científica, concluyeron que Llull era una persona obesa, aunque en los últimos años de su vida adelgazó considerablemente, y tenía un biotipo que se correspondía a una psiquis maníaco-depresiva que, según el informe de la autopsia presentado un año después de la apertura de la tumba, explicaría "sus crisis existenciales, su enorme productividad literaria y las crisis de angustia" que sufrió en distintas etapas de su vida. El estudio confirmó que murió a los 80 años, que era alto para la época -1,71 metros- y que sufrió fuertes dolores de muelas.

Pero la cuestión fundamental era una: ¿Murió martirizado en Bujía cómo cuentan muchas de sus biografías? En 1611, los expertos concluyeron que había recibido dos cuchilladas y dos pedradas en la cabeza y percibieron el "olor suavísimo" comparable a las violetas que emanó del sepulcro tras su apertura. Los científicos modernos no se andaron con tanto remilgo y negaron la mayor. O sea, el martirio. La lesión ósea que se observaba en la frente había cicatrizado años antes de su muerte, es decir, no fue apedreado por los infieles o al menos no en los años próximos al óbito. Por otra parte, las dos incisiones que presentaba el cráneo también eran muy anteriores al fallecimiento.

Compartir el artículo

stats