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Palma a la vista

La plata de Cort

La joyería Argenta ha cumplido veinticinco años. Su dueño Xisco Clapés lo celebra. Cuentan que ahí fue donde Juan March hizo sus primeros préstamos

Xisco Clapés, profesor, y Marina Raventós, ex alumna, joyeros de Argenta.

En la plaza de Cort hay movimiento. Son pocos los comercios con historia que sigan en el corazón de la ciudad. Uno de ellos es la joyería Argenta, que alcanza el cuarto de siglo en manos del mismo artesano, Xisco Clapés. Él apunta que fue la azafata María Teresa Francia quien la abrió pero no duró mucho en sus manos y acabó en las de uno de aquellos diseñadores que trabajaban para la pequeña tienda: Xisco. Él, que por herencia familiar, le hubiera tocado encargarse de la ganadería en una finca no lejos de Barcelona, apartó el ganado y se convirtió en joyero. De manera autodidacta.

Entre el sótano, la tienda y el altillo no hay muchos metros cuadrados. Su distribución es la propia de aquellas fincas de talle estrecho de principios del XX. Argenta está en parte del inmueble de la familia de Bernat Riutord, a quien Xisco agradece su bonhomía. "Si hemos podido capear la crisis y muchas noches en blanco ha sido gracias a ellos; a su comprensión". Pero antes de eso, el lugar tiene historia.

Se cuenta que fue el embrión de la Banca March porque en ese lugar fue donde Juan March hizo sus primeros préstamos hasta adquirir el edificio de la calle Sant Miquel. Posteriormente serían unos ingleses quienes se quedaron con el local para vender camisas, por cierto entre sus dependientes estaba el actor Xesc Forteza.

A la camisería le llegó la hora y el relojero Bernat Riutord abrió su relojería. "Era un genio. La Nasa le hizo una oferta de trabajo por su patente de un torno; pero él les dijo que tururú, que como en Mallorca no se vivía en otro sitio mejor!". Sus hijos son Bernat, profesor de la UIB, y Joan, un excelente pintor que falleció años atrás.

Cuando Xisco abrió Argenta su proyecto estribaba en hacer unas joyas de diseño adaptadas a una clientela, la mallorquina, "a la que le gusta poco los grandes tamaños, las estridencias y que son muy exigentes y saben lo que quieren", señala.

Acusa con resignación los gustos actuales mientras repite: "Lo que está de moda dejará de estarlo". Añade: "Se pierde el oficio a marchas forzadas. Me horroriza ver cómo por impulso se compra bisutería que utiliza metales tóxicos, y que ha sido trabajada en mercados donde utilizan mano de obra infantil, explotados, en países como Tailandia, China, India... ¡Es una locura ponerse sobre la piel según que cosas!", apunta.

Xisco cuenta con el apoyo de la joyera Marina Raventós, a la que conoció como alumna. "Destacó desde el principio", subraya. Ella aporta la nota más juvenil a las colecciones con las piezas que ella llama "locuras cotidianas o locuras compartidas". También está la joyera freelancer Toña Díez.

Entre las joyas de Argenta que han pasado el filtro de los años, los pendientes estrella, que se han hecho en oro y plata, y también se han convertido en anillos, pulseras y collares. "Nos los siguen pidiendo".

En la plaza de Cort hay mucho movimiento. De los viejos comercios apenas quedan dos, los de la Relojería La Española, la más antigua de Palma, y Pedro del Petit bar y los de Argenta. A Xisco Clapés ya le han visitado preguntándole si quiere vender porque querían montar una heladería. "Es tremendo lo que está pasando en pleno centro. Los cruceristas no dejan un duro, compran un helado y lo chupan tres; además lo ensucian todo. Me he quejado pero no hacen nada", se lamenta.

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