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Sa Torreta / Ramon Llull y Palma (VI)

'El entierro de Ramon Llull'

Este artículo no trata de cómo fue el entierro del franciscano muerto a principios de 1316. No. Ni siquiera es una recreación histórica de cómo eran los...

El cuadro de Miquel Bestard del Ayuntamiento.

Este artículo no trata de cómo fue el entierro del franciscano muerto a principios de 1316. No. Ni siquiera es una recreación histórica de cómo eran los entierros de los personajes relevantes en el siglo XIV. Tampoco. La mejor representación del cortejo fúnebre de Llull es anacrónica, irreal y con unos personajes vestidos de una forma que poco tendría que ver con la comitiva que acompañó el cadáver del sabio. Se trata de una pintura de gran formato propiedad del Ayuntamiento de Palma pintada tres siglos después de que ocurrieran los hechos. El cuadro comparte vecindad con otros héroes mallorquines de la Edad Media: Cabrit y Bassa o Sant Cabrit y Sant Bassa, como dicen las inscripciones.

El autor de ambas obras -extraordinarias, técnicamente impecables, con una composición cuidada- es Miquel Bestard (1592-1633), conocido como es pintor loco por los paisajes fantásticos que inventaba como escenarios de sus telas. El cuadro El entierro de Ramon Llull representa la procesión que traslada los restos del beato, se supone que a su paso por el Born, cerca de lo que hoy es la plaza de las Tortugues.

El cortejo ha atravesado una puerta, quizás la del Mar, que antiguamente estaba al final de la calle Antoni Maura y ahora está entre sa Llonja y el Consolat. Se trata de una referencia a que Llull murió en Túnez o en alta mar, según la tradición, y su cuerpo llegó a la ciudad por vía marítima. Se dirige hacia la calle de Sant Jaume. Las casas son las que antes ocuparon el solar de lo que hoy son Can Morell o Can Puig.

Las figuras humanas son un catálogo de los estamentos de la ciudad. Están las autoridades religiosas encabezadas por el obispo y los canónigos; también las órdenes religiosas, incluidos los archienemigos de Llull, los dominicos, además de franciscanos, jesuitas o el clero secular. Las autoridades civiles están representadas por el virrey, jurados de la ciudad, el veguer y el batle. También están el pueblo llano y los enfermos, que se acercan al cadáver para tocarlo en busca de sanación. Un detalle que pretende demostrar que ya era considerado un santo.

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