La charanga Final Feliz anunció la fiesta y dirigió todas las miradas hacia la plaza de Quadrado, que una vez más se convirtió en el centro de reunión de los vecinos de Canamunt. El Mercat de Sant Rescat celebró ayer su quinta edición y se consolidó como el paraíso de los hipsters. Un rincón para encontrar antiguallas, para renovar el armario con prendas que nunca pasan de moda o para degustar un perrito caliente al ritmo de música indie.

Cualquier excusa es buena, defienden los canamunters, para salir a la calle y celebrar. Ese es uno de los objetivos del mercadillo: que el comercio sirva para que los vecinos se reencuentren en el espacio público. O, en palabras de Miquel Ferrer, uno de los organizadores y miembro de la asociación de Canamunt-Ciutat Antiga, "construir barrio y animar a los vecinos". Ayer el diseñador cambió el material de papelería por una selección de ropa.

De hecho, las prendas de segunda mano ganaron terreno y predominaron entre las casi 80 paradas. Fueron numerosas y estuvieron más organizadas que otros años. También destacaron las ilustraciones y los elementos de decoración. Por ejemplo, un grupo de vecinos de la barriada vació sus domicilios de trastos viejos y los vendió para ganar algo de dinero y viajar a la India.

La nota negativa fue que no hubo tanto público como en anteriores ediciones, al menos durante la mañana y el mediodía. Una de las causas con las que especularon algunos vendedores fue la coincidencia del mercadillo canamunter con el rastro benéfico organizado en el Parc de la Mar.

La ayuda social fue otro de los objetivos en el acontecimiento de ayer. Al igual que en anteriores ediciones, los vecinos recogieron alimentos, que luego distribuyen semanalmente entre las familias de la barriada con dificultades económicas. Este año también recopilaron material escolar. Además, todo el dinero que la asociación vecinal recaudó con la venta de comida se destinará al proyecto para garantizar la alimentación infantil.

La música de una dj animó la hora de la comida. Hubo recetas veganas, perritos calientes o pinchos morunos a módicos precios. Por la tarde regresó el swing y atrajo nuevo público.