¿Para qué sirve un centenario? ¿Qué utilidad tiene conmemorar el nacimiento o la defunción de un prócer local o universal? ¿Qué ganamos recordando una victoria o una derrota en una guerra? Se conmemora a músicos, escritores, dictadores. Se recuerdan conflictos internacionales, grandes descubrimientos, triunfos deportivos. Los más descarados son capaces de tergiversar una figura o un mensaje para arrimar el ascua a su sardina y cada cual cuenta la historia según le fue en ella. En los de la órbita occidental se obvia, por ejemplo, la decisiva participación de la extinta Unión Soviética en la derrota de la Alemania nazi. Y viceversa.
Las palabras de los grandes personajes se retuercen hasta hacerlas parecer progresistas o conservadoras, según convenga. Sus obras pasan por el tamiz que las convertirá en amables o detestables, según quien emita la información. Un ejemplo de esta dualidad acabamos de vivirla. Los militares han querido celebrar en 1715 el tricentenario de la creación de la Capitanía General. El mismo hecho representa para los mallorquines el final de las instituciones seculares de la isla.
Hemos celebrado centenarios de Bach, de Mozart, de Buxtehude y nos hemos acercado a su música. Hemos conmemorado a escritores y hemos sido inducidos a leer su obra. Este es el sentido más positivo de estos recordatorios.
El ámbito de la cultura catalana -ya verá como en Madrid pasará desapercibido- se dispone a celebrar el VII centenario de la muerte de Ramon Llull. Lo importante será el poso que quede. Lo que interesa es que haya mallorquines que se acerquen a su obra. Incluso sería positivo que volvieran las controversias lulianas, sobre todo si, como se dice, se anuncia su canonización.
Desde esta sección intentaremos aportar durante el mes de octubre un granito de arena para el conocimiento de Llull. No serán grandes descubrimientos ni artículos en profundidad. Para eso están los especialistas. Se intentará sencillamente contar detalles de su biografía que inciten la curiosidad de algunos lectores hacia el más importante de los hijos de Mallorca.
