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Palma a la vista

Una de toros en Cort

No, no es la calle Sierpes, es Pas des Quint. L.D.

El pasado mes de julio Palma se declaró ciudad antitaurina. Se olvidó de declararse de paso antiturística, porque las apariencias engañan. A trescientos metros del Ayuntamiento, a unos pocos miles de pasos de la misma sala de plenos donde el equipo de gobierno escenificó el protocolo de proteger a los toros de lidia, uno desciende los escalones de Pas des Quint y se topa con un montón de astados.

Si somos tan antifiesta, ¿qué hace en el corazón de la ciudad un comercio de tamaño considerable sacando sus toros a la plaza? Para redondear la escena, los bichos se acompañan de una bailaora con el traje de faralaes en pleno arrebato. El toro la mira.

Ambos son reclamos para la turba turística que este verano se ha dado una inmersión en la urbe porque al parecer está de moda. No olvidemos, entre los apoyos que ha tenido para convertirla en ciudad destino las guerras, los conflictos, que existen en serios competidores de nuestras bondades turísticas: Túnez, Egipto y Grecia.

A Palma se viene porque el paquete que oferta la agencia del barrio es uno de los más baratos; por el buen tiempo; por las playas; porque el alcohol, aún siendo caro, no tiene los precios que en buena parte de Europa. Aquí no vienen por nuestra riqueza patrimonial, ni por nuestra lengua ni cultura ya que tal como hemos comprobado recientemente apenas saben nada ni de la Catedral ni de Bellver, el catalán les trae al pairo, de hecho no entienden que hablemos otra lengua que no sea la suya, y desde luego les interesa un pimiento nuestro flamante myotragus.

Siguen confundiéndonos con toreros y flamencas, un pasodoble les arranca su flema y su aire iracundo pero no debemos rasgarnos las vestiduras. Somos ejemplo para los miles que llegan en verano porque nosotros tampoco queremos nuestro patrimonio, tan solo estimamos su valor en contante y sobrante, porque si es de piedra, no le damos mucho valor.

También a dos pasos de Cort, en Can Corbellá, uno de los escasos ejemplos del estilo neomudejar que hay en Palma, se ha convertido en un cromo. Alquilado al negocio del Real Madrid, a una empresa cuyo propietario está radicado en México como señaló uno de sus encargados, han llenado los escaparates de jugadores merengues. Cort tras un tirón de orejas de Arca ha vuelto a soltar una soflama en pro del patrimonio pero ahí sigue la fachada violada con los escudos del club de fútbol.

El precioso edificio que ha servido como local para la droguería Corbellá, que dio nombre al edificio del maestro de obras Nicolau Lliteras, y que cerró en 1985, y que ha sido también negocio de ropa y objetos de casa, es desde hace más de un año el rostro de lo que es Palma: políticamente correcta hasta que se nos pone precio. Una pena. ¿Antitaurina', dice? Póngame un cuadro de los toros.

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