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Cinco generaciones

La Pajarita, 145 años

En la calle Sant Nicolau de Palma, La Pajarita sigue siendo, cerca de siglo y medio después de su inauguración, el establecimiento familiar con mayor solera de la zona, y uno de los comercios de Ciutat que pueden presumir de un sello más característico

En 1870, Lorenzo Mulet Ferrer abrió en el centro de la ciudad, en la calle Sant Nicolau, un establecimiento dedicado a la venta de confitería. Ofrecía un producto de calidad que pronto conquistó el favor de una amplia clientela. Casi siglo y medio después, La Pajarita sigue siendo el colmado por excelencia de Palma, el establecimiento en el que se pueden adquirir productos de calidad contrastada. Javier Mulet, la quinta generación, es quien regenta el negocio, después de haber tenido que hacer una obligada pausa debido a unos problemas de salud afortunadamente plenamente superados.

Cuando La Pajarita inició su actividad, se decantó por el negocio de la chocolatería. Disponía, en la década de los 70 y 80 del siglo XIX, de un local destinado a servir un clásico en Mallorca: chocolate con ensaimadas.

A Lorenzo Mulet Ferrer le sucedió al frente del negocio su hijo Lorenzo Mulet Soler, quien, hacia 1920, introdujo un cambio sustancial al convertir La Pajarita en tienda de ultramarinos. La tercera generación estuvo encarnada por el sobrino de Mulet Ferrer, José Mulet Verdera, quien siguió apostando decididamente por los ultramarinos, enfoque continuado por su hijo José Lorenzo Mulet, aunque con una innovación: en 1972 dividió el establecimiento en dos secciones, la de charcutería, propiedad de José Mulet Verdera, y la de bombonería, cuyo propietario era José Lorenzo Mulet Sans.

Así se llega a la actualidad, cuando Javier Mulet brega en la dirección de ambas ramas del negocio. Precisa que el hecho de que La Pajarita siga adelante se debe en buena medida a la "inmensa dedicación" dispensada a la empresa familiar por su madre, Antonia Sans Capó. "Ahora tenemos un establecimiento familiar con prestigio -afirma Javier Mulet-, en el que se trata a los clientes, tanto los de toda la vida como los nuevos, con la atención y dedicación que merecen". "Se les ofrece -destaca- una atención familiar, se les mima, digámoslo así, porque la base de un negocio como el nuestro es el cariño hacia nuestros clientes y el que ellos sienten hacia nostros".

Javier afirma que aprendió el oficio de su padre y, sobre todo, de su madre. "Tanto el uno como el otro me enseñaron qué era lo que se tenía que hacer, cómo tratar a los clientes y la obligación ineludible de ofrecerles siempre productos de calidad, que es lo que más se aprecia de La Pajarita".

Javier Mulet constata la progresiva desaparición de los colmados de Palma. "Décadas atrás eran numerosos los que existían en el centro de Palma, pero ahora me parece que ya solo quedamos nosotros, y seguimos por el amor que sentimos hacia el negocio", afirma. Javier lleva 35 años dirigiendo La Pajarita. Se puso al frente cuando su padre decidió jubilarse. "Empecé a trabajar con mi madre, que era la jefa", aclara, añadiendo orgulloso que "ella era el alma del negocio, sabía todo lo que se tenía que saber, los clientes la conocían y la querían, gracias a ella La Pajarita es hoy lo que es, conserva el gran prestigio adquirido cuando mi madre estaba al pie del cañón, un día sí y otro también".

Javier Mulet destaca que "la verdad es que los tiempos han cambiado muchísimo; hoy nada es igual que antes, tanto las costumbres como los gustos, pero los productos en lo esencial siguen siendo los mismos". Dice que un buen día para las ventas suelen ser los sábados, "ya que son muchos los clientes que vienen a realizar sus compras".

Una de las especialidades de las que Javier se siente más "orgulloso" son los ultramarinos. "Fuimos los primeros en traer a Palma la marca Möet&Chandon. Cuenta que un pariente, que trabajaba en un barco, les traía productos que nadie en Ciutat estaba en condiciones de ofrecer. "Mi madre contaba -explica- que La Pajarita fue el primer colmado en vender plátanos". "Los clientes, nuestros buenos clientes -prosigue-, desde siempre nos han demandado productos que a veces son de difícil adquisición, por lo que hemos tenido que trabajar duro para atender adecuadamente las demandas que se nos han hecho".

Clientela variada

La clientela de La Pajarita es y ha sido variada. Mulet enfatiza el hecho de que Carmen Delgado fuera una de las clientas habituales. "Telefoneaba y nos hacía la comanda -rememora- y yo me desplazaba a su domicilio, junto a la plaza de Santa Eulalia, para llevársela". "Recuerdo -prosigue- que en la cocina de la casa había un fogón de leña". También eran asiduos varios terratenientes valencianos que venían exprofeso a Mallorca para comprar en La Pajarita, al igual que la mujer de Joan Miró, Pilar Juncosa, que semanalmente venía al establecimiento para encargar que le llevaran diversos productos. "La verdad es que los clientes han sido siempre fieles, lo que, francamente, es una gran satisfacción para nosotros". "No quiero dar nombres concretos -precisa-, porque lamentaría olvidarme de alguno y todos tienen la misma importancia".

Quien frecuentó asiduamente La Pajarita, casi desde el mismo año de su inauguración, fue el archiduque Luis Salvador. Siempre que estaba en Mallorca se presentaba para adquirir diversos productos. La presencia del archiduque llegó a ser habitual. Cuando recalaba en Palma, invariablemente, en algún momento del día, acababa por aparecer por el establecimiento.

Y, por supuesto, también la familia real desde que inició la costumbre, casi medio siglo atrás, de veranear en Mallorca, hizo de La Pajarita uno de sus colmados habituales. "Se llevaban productos de charcutería selecta", comenta Javier Mulet, señalando que "ahora vienen más espaciadamente, porque los nietos han crecido". Los huevos de Pascua eran una de las adquisiciones tradicionales de la reina Sofía cuando sus nietos eran pequeños.

Javier Mulet tiene marcado en el calendario un mes en el que el trabajo literalmente le desborda. En diciembre, en las semanas previas a la Navidad, se ve sobrepasado por la demanda de fiambres. Los elabora personalmente, de acuerdo con las preferencias de cada cliente. "Una de nuestras especialidades es el de gallina trufada", explica, aunque los hace de toda clase.

"Mi padre me enseñó cómo elaborarlos y lo sigo haciendo, dado que el único que aprendió fui yo", afirma. Al preguntarle si este año volverá a hacerlos, tras haber superado el bache de salud, dice tajantemente que "por supuesto". Javier tiene claro que, en un par de meses, llegará el momento de ponerse nuevamente a elaborar el casi centenar de fiabres que se le encargan. "Compro el material y le echo muchas horas", informa. Las comandas incluyen fiabres de lo más variado: de pularda, con castañas..., el surtido es amplio. Cuando llega diciembre, Javier Mulet deja de ser visto en sus tradicionales lugares de reunión. Todo el mundo sabe que está concentrado en La Pajarita haciendo fiambres. Quienes han tenido la oportunidad de degustarlos confirman su calidad.

Mulet asegura que "en todo, en absolutamente en todos nuestros productos, procuramos que la calidad sea la máxima posible, cosa que nuestros clientes nos agradecen".

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