En verano, las galeras hacen su agosto, a veces a costa del agotamiento de los caballos. Esta situación ha sido criticada en numerosas ocasiones por asociaciones animalistas que han reclamado a Cort que vele por el óptimo cumplimiento de un servicio básicamente turístico. Para evitar situaciones de estrés de los equinos -el año pasado un caballo se desplomó en pleno Jaume III-, el Ayuntamiento está reforzando los controles. Como novedad, se incluye un análisis de sangre de los animales.

Cort ha detectado recientemente que un caballo no estaba dado de alto. En la actualidad, en Palma están registradas 28 galeras con 61 caballos que están en buen estado de salud.

"Con las medidas que estamos adoptando este verano como las muestras de sangre, queremos asegurarnos de que ningún caballo con problemas esté tirando de una galera", indicó ayer Neus Truyol, teniente de alcalde de Ecologia, Agricultura i Benestar Animal. La prueba determina si los caballos están hepáticos o anémicos.

Como novedad, las diversas inspecciones se están llevando a cabo en las mismas paradas de las calesas, en la calle Conquistador y al lado de la Catedral.

Horarios

También el horario del servicio se está inspeccionando para evitar el estrés de los animales. Los veterinarios realizan tres controles horarios al día, y tres días por semana. Hasta la fecha, los resultados han sido satisfactorios al cumplirse los horarios tal como estipula la normativa.

Las revisiones se efectúan a través de los chips que llevan los caballos que a su vez permite comprobar si están dados de alta o no. "Queremos inmovilizar a los animales y conductores de calesas que presten el servicio sin tener todo en regla y con los animales en mal estado de salud", indicó Truyol.

Otra de las peticiones que se han hecho a este servicio es que cambie la parada de la calle Conquistador en la que los caballos sufren al ser una vía en cuesta.

Hay quien ha pedido a Cort que sustituya el servicio de galeras por coches eléctricos. La pasada primavera se presentaron unas sesenta mil firmas pidiendo el cese de un servicio que a su juicio supone mal trato a los animales. Los veterinarios hablan de aplicar el sentido común.