El jueves por la tarde tuvieron que irse con lo puesto y un par de cosas más, aunque ayer pudieron hacer una pequeña mudanza por tiempo indefinido, hasta que les permitan regresar. Sin embargo, algunos de los vecinos de la finca de Pere Garau desalojada por riesgo de derrumbe dijeron que no van a volver a sus casas, como por ejemplo un joven que está de alquiler y cuyo contrato finaliza el 31 de agosto o Consuelo Muñoz y Óscar Mejía, también inquilinos. "Preferimos buscar otro piso, ya que nadie sabe todavía cuándo arreglarán el problema", tal como argumentaron tras salir del portal cargados con un ventilador, una maleta, un televisor y bolsas con efectos personales. Ahora viven en el centro llamado es Convent, contratado por Cort y donde se encuentran "de maravilla".

De las 21 viviendas del edificio de la calle Rafael Lluís Blanes, hay 14 que son de alquiler con un mismo propietario, mientras que en el resto residen los dueños. Uno de ellos es Joan Vidal, quien confía en "que esta situación no sea tan grave como apuntan en principio" y añade que "casi todos los propietarios de la finca son gente mayor".

Otros inquilinos son Marcela Rodas, su marido y su hijo de tres años, quienes por ahora residen en el inmueble de la calle Socors que gestiona el SAM (Servei d´Acollida Municipal). Ayer por la mañana también acudieron a su vivienda "para recoger la ropa y lo básico. Esperaremos a ver qué nos dicen sobre la obra y, dependiendo de eso, buscaremos otro piso".