Diario de Mallorca

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Crónica de antaño

El alzamiento popular de la Germania (1521) (I)

Escultura del hijo ilustre de Palma y líder ´agermanat´ Joanot Colom en Son Gotleu.

Con el nombre de la Germania se conoce al alzamiento popular que tuvo lugar en Mallorca a principios del siglo XVI. Este conflicto debe enmarcarse dentro de la crisis general de todo un sistema económico y social que padeció Europa.

Esta denominación se debe a que sus impulsores fueron denominados agermanats. Estos hermanados no eran sino gentes procedentes de la payesía y de la menestralía, que por aquel entonces constituían la mayor parte de las clases populares existentes en la isla. Las reivindicaciones de estos sectores de la sociedad venían de muy atrás. Basta recordar la irrupción en Palma de un ejército de payeses que acabó con el asalto al barrio judío (1391), o la Revolta Forana de 1450, para entender el estallido de la Germania como un eslabón más de un grave conflicto irresoluto que se cernía sobre el reino de Mallorca desde la segunda mitad del siglo XIV.

La historiografía tradicional -desde los cronistas del Reino de los siglos XVI y XVIII hasta José M.ª Quadrado- ha presentado una visión antiagermanada. En esas crónicas se exalta el papel de los caballeros, los ciudadanos militares y los mercaderes; al mismo tiempo que se resaltan los crímenes y fechorías de los agermanats. Por ejemplo, a finales del siglo XVI Joan Binimelis dejó escrito que "en el año de 1521 se conmovió en este reino una detestable y abominable conjuración por la gente popular contra el estado militar y los hombres de honor [€] en la que todas la villas de Mallorca quedaron contaminadas e inficionadas de esta peste perniciosa". En la segunda mitad del siglo XVII, el cronista Vicenç Mut consideraba la Germania como uno de los períodos más nefastos de la historia mallorquina, episodio que debía servir de "escarmiento" para las generaciones venideras. En el siglo XIX, aparecieron novedades a la hora de tratar el tema, pues la Germania se convirtió en un instrumento de combate ideológico. En 1840, tras el pronunciamiento de Espartero, los progresistas, envueltos por el romanticismo de la época y necesitados de referentes históricos, reivindicaron el alzamiento popular y ensalzaron la figura del líder agermanat Joanot Colom. En el Ayuntamiento de Palma se colocó su retrato en la galería de hijos ilustres, mientras que Antoni Furió publicaba un opúsculo ditirámbico sobre su figura. Siguiendo esa línea, años más tarde, en 1870, se proclamó hijo ilustre a Joan Crespí, el otro líder del alzamiento, hecho que constituyó la apoteosis de la exaltación agermanada. El cronista Pere d´A. Penya, en la línea de su antecesor Furió, publicó un trabajo en el que también elogiaba la causa de los payeses y menestrales. Ante estas posturas progresistas, reaccionó enérgicamente José M.ª Quadrado, máximo representante decimonónico de la historiografía tradicional. Cuando se encargó el cuadro de Joanot Colom, el historiador menorquín respondió que "no tendrá la historia colores bastantes negros para retratarlo". Tampoco dudó en calificar a la Germania como un "levantamiento condenado y diabólico". Tal como afirma el historiador Josep Juan "a pesar de la carga polémica de los escritos de Quadrado, se ha de reconocer que, sin duda, fue el autor más documentado del momento". Nadie duda de que documentó excepcionalmente bien todo el conflicto, sus trabajos todavía hoy son imprescindibles, pero se dejó llevar por los efluvios del romanticismo y por su animadversión hacia determinados postulados políticos. Ya en la segunda mitad del siglo XX historiadores como Álvaro Santamaría, Eulàlia Duran o Josep Juan han tratado el tema de manera más adecuada a los requerimientos de la concepción histórica y de la metodología moderna.

¿Cuáles fueron las causas que provocaron la Germania? Una de las principales fue la constante necesidad de recurrir al crédito por parte de la hacienda del reino de Mallorca, con lo que la deuda pública no hacía más que crecer y, por tanto, también la presión fiscal sobre los más desfavorecidos. La historiografía tradicional y romántica quiso ver en la reincorporación de Mallorca en la Corona de Aragón, la causa de la crisis financiera, pues, "los reyes de Aragón veían tan poderoso y rico este Reino que en todas sus guerras parece no esperaban otro socorro que el de esta Isla". Algo de eso hubo sin duda, pero no se pueden perder de vista otros aspectos. Lo primero que hay que tener en cuenta es la profunda crisis económica generalizada que afectó de forma desigual a toda Europa. No hay que perder de vista que el hambre y la peste adquirieron proporciones catastróficas desestabilizando la estructura social y la economía de muchas regiones. Otra causa, de índole interno del Reino, fue la injusta repartición del poder, la autoridad y los impuestos entre sus pobladores.

Está más que demostrado que el reino de Mallorca era deficitario en trigo. No producía lo suficiente para el consumo interno, lo que obligaba a importarlo. Desde la segunda mitad del siglo XIV esta situación llevó a un preocupante endeudamiento. Para hacer frente a los pagos de la deuda, las autoridades mallorquinas recurrieron a prestamistas, a los que luego les iban devolviendo el dinero con un interés que oscilaba sobre el ocho por cien. Hacia 1372 la deuda pública llegó a una situación insostenible, pues el pago de los intereses (censales) superó el total de la recaudación de los impuestos de un año. La situación se hizo más y más insoportable para la payesía, sobre la que recaía, con una diferencia alarmante, una mayor presión fiscal. Además desde la part forana, ya hacía tiempo, se tenía la certeza de que la raíz de todos sus males radicaba en una Administración corrupta e ineficaz, regida por la oligarquía palmesana. La misma que tenía a toda la isla en vilo con sus interminables enfrentamientos entre parcialidades o bandos nobiliarios. El siglo XV no pudo empezar peor. En 1405 se produjo la quiebra de las finanzas del Reino, por lo que se tuvieron que tomar medidas drásticas. Todos los impuestos se canalizaron al pago de los intereses y la amortización de la deuda pública (el Contracte Sant). Esa situación se convirtió en una bomba de relojería pues el Reino, no pudiendo disponer de sus principales recursos, al tener necesidad de obtener dinero no tuvo más remedio que recurrir a nuevas emisiones de censales, con la consiguiente creación de nuevos impuestos o aumentar los ya existentes.

Esta realidad tuvo como consecuencia uno de los hechos, a mi parecer, más importantes de la historia moderna de la isla: la migración de la nobleza rural de sus propiedades en el campo a la ciudad. Efectivamente, "la evasión de los ricos propietarios rurales y de la gente más acomodada de las villas hacia la ciudad, conservando sus propiedades rurales, coadyuvó la «injusta» distribución de las cargas tributarias de la part forana, para que sus emigrantes dejasen de pagar a la villas, donde estaban ubicadas sus fincas y pasasen a tributar en la ciudad. De esta forma, los municipios rurales vieron disminuidas sus fuentes de ingresos, sin ningún tipo de aligeramiento en las cargas fiscales". Esta situación fue la que causó la Revolta Forana (1450) que, como se sabe, fue un fracaso. La nobleza rural, los caballeros, ciudadanos militares y los mercaderes, origen de la nobleza mallorquina, se encastillaron tras los muros de la Ciudad de Mallorca y en lugar de procurar una reforma en las instituciones representativas que permitiese un reparto más equitativo del poder y los impuestos, se refugió en sus privilegios y perseveró en la injusticia. De esta manera, la crisis se cerró en falso y pocos años más tarde una nueva convulsión iba aparecer con más fuerza: la Germania de 1521.

[Continuará]

(*) Cronista oficial de Palma

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