Sin contemplaciones, el Rey ha despojado a su hermana Cristina de Borbón del título de Duquesa de Palma de Mallorca, que ostentaba desde 1997. Se lo concedió por decreto Juan Carlos de Borbón, "con ocasión de su matrimonio y como prueba de mi profundo afecto y cariño". A Felipe VI le ha bastado otra docena de líneas ásperas para "revocar" un rango de carácter "vitalicio". Ni siquiera ha motivado una resolución inseparable de la imputación que obligará a la Infanta a sentarse en el banquillo por presunto delito fiscal, ante la Audiencia de la ciudad cuyo ducado ha ostentado hasta hoy mismo.

El Rey ha querido que se supiera que él en persona ha decidido desposeer a su hermana. La pérdida del ducado coincide con el último ataque de Cristina de Borbón, a través de sus abogados, contra el juez José Castro. El repertorio habitual se centraba ahora en la denuncia de los supuestos "excesos" del instructor. La agresividad de Miquel Roca venía respaldada por Juan Carlos de Borbón, que eligió personalmente al padre de la Constitución para defender a su hija favorita. "Mi muy querida Hija Su Alteza Real Doña Cristina de Borbón, Infanta de España", según la denominaba el monarca abdicado en el decreto de otorgamiento del ducado. La línea dura de la defensa no gozaba de la aprobación actual de La Zarzuela, mucho más crítica con la implicación de la hija y hermana de reyes en la trama diseñada junto a Iñaki Urdangarin.

El desposeimiento del título se vuelve como un bumerán contra la defensa de la Infanta, y da un espaldarazo a la instrucción de José Castro. La decisión, impensable sin el concurso de la Reina Letizia que mantiene un antiguo contencioso con su cuñada, también coincide con la posible proclamación de un alcalde de izquierdas en Cort. Felipe VI se ha adelantado a una más que previsible solicitud consistorial de que se desligara a la procesada en un caso de corrupción de la imagen de Palma.

Aunque elemental estratégicamente, la ruptura de un tajo ordenada en persona por el Rey no se ha detenido en sutilezas jurídicas. El desposeimiento del título concedido a un miembro de la Familia Real dista de ser una cuestión pacífica. El decreto sobre honores en el que se escudan Rajoy y Felipe VI señala literalmente que "el uso de títulos de nobleza, pertenecientes a la Casa Real, solamente podrá ser autorizado por el Titular de la Corona a los miembros de su Familia. La atribución del uso de dichos títulos tendrá carácter graciable, personal y vitalicio".

A partir de la implicación de la Infanta en el caso Nóos, una escuela de juristas se centraba en la condición "graciable" de los títulos para justificar la retirada del ducado de Cristina de Borbón. Otros privilegiaban la interpretación de "vitalicio", para explicar que no podía haber despojamiento sin renuncia. En todo caso, Juan Carlos de Borbón jamás hubiera asumido la decisión adoptada por su sucesor. El Rey padre montó un cuidadoso pero estéril cortafuergos para liberar a su hija de la hoguera que La Zarzuela atribuía en solitario a la conducta de Urdangarin. De hecho, el anterior monarca no perdona al Govern que se mantuviera como acusación particular, en un escándalo que costó tres millones de euros a las arcas de Balears.

Juan Carlos de Borbón tampoco impuso su voluntad de que la única salvación de la Infanta consistía en separarse matrimonialmente de Urdangarin. La disolución con estrépito del Ducado de Palma se inscribe en la sensibilidad de la opinión pública contra la corrupción, polarizada en los partidos que Rajoy tilda de radicales pero que obligan a cambiar políticas asentadas y a desembarazarse de personajes comprometedores.

El Real Decreto que aísla de Palma a la hermana del Rey se refiere a la castigada con la pérdida del título como "Su Alteza Real la Infanta Doña Cristina". El respeto a su vínculo con la Corona recuerda que la segunda hija de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia conserva el número seis en la sucesión al trono, pese a la exigencia de su hermano para que que renuncie.

Cristina de Borbón ha explotado su rango durante la investigación del escándalo. El matrimonio durmió en la Zarzuela y en Marivent antes de declarar ante Castro. El lunes pasado, la ya exduquesa de Palma asistió en Madrid al funeral por Kardam de Bulgaria. Allí coincidió con los Reyes y Sofía de Grecia. La Reina Madre pierde una batalla por respaldar sin fisuras a la pareja imputada.