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Sa Torreta

Suma de placeres en Concepció

Tomeu Arbona durante la elaboración de las recetas.

En un escueto espacio palmesano y en un breve lapso de tiempo se reúnen tantos placeres que una sosa tarde de sábado deviene extraordinaria. Ocurrió cinco días atrás con la demostración culinaria de Tomeu Arbona, del Fornet de la Soca, en el convento de la Concepció. El primero de los gozos es descubrir el claustro, que combina columnas de fuste redondo con otros en espiral. Y el huerto, un oasis con rosas, nísperos y enredaderas entre los edificios construidos a partir de la reforma de Jaume III diseñada por Gabriel Alomar. Y, también, el patio del ginjoler, donde se desarrolló el acto. El segundo deleite es escuchar al grupo de música antigua Montis Lucani, que con piezas de los siglos XIII y XIV rememora los sones que acompañaban las comidas de las casas nobles en la época de Ramon Llull.

El tercer placer lo aporta Tomeu Arbona al demostrar que sus conocimientos de la cocina antigua son mucho más vastos que los que ya disfrutamos en su establecimiento de la calle de Sant Jaume. A partir de una masa de pan elaborada con harina de centeno y de blat de xeixa prepara excelentes platos. La primera sorpresa es una coca de verdura que, además de las habituales acelgas y espinacas, tiene el queso entre sus ingredientes. La segunda es un flaó, que hoy pervive en Eivissa, pero que en la antigüedad era común en el resto de las islas y con combinaciones muy diferentes a las que conocemos. En concreto, Arbona lo elabora con caldo y carne de gallina, además de harina de arroz como espesante, entre otros ingredientes. Unas manzanas -en el siglo XIII no se conocía la patata en Europa- rellenas de carne de cerdo aromatizada con vino dulce y maíz y menjar blanc completan el menú.

El cuarto placer es degustar todas y cada una de las delicias gastronómicas. Si además de acumular tantas sensaciones positivas para el gusto, el olor y el oído, los asistentes están colaborando para que en Tilloli (en la India) 800 niñas reciban una educación que sin estos actos les estaría vedada, la tarde de un sábado como el último no puede ser más provechosa.

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