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Palma a la vista

Un amor de cancela

Da gusto pasear por las calles. Uno se siente querido. L.D.

Lo que no te atreves a decir, píntalo. La escritura es la aliada de los tímidos en cuestiones de sexo. Ni sombras de Grey ni niño muerto. Declaraciones en toda regla en letras de molde. A la vista de todos. Tímido a voces. Los muros de la ciudad son tuyos. Las medianeras están vacías sin tus arrumacos de no confundas amor cuando quieres sexo. Palma es también vientre fecundo para la elocuencia de la tiza y el espray.

En esto de la elocuencia callejera hay una diversidad apabullante. Los hay de petrogrifo simple: les basta con subrayar el valor del apéndice y ya se creen caballeros de la tabla redonda. Afortunadamente están los de pictograma elaborado. Suelen vérseles el sesgo de pintor frustrado. Son sumamente tiernos. Otros son generadores de electricidad, producen más chispas que un cortocircuito.

En Madrid, hubo un tiempo al que al asfalto le nacieron sentencias, muchas de ellas de amor con un tono jocoso, recién salido del horno, te quema y te hace feliz a la vez. "Te comería a versos" se leyó en un paso de cebra En otro: "Mi más sentido bésame". Y éste otro: "No hay mejor skyline que verte tumbada". ¿Qué tal ésta? "Te haré el humor hasta llegar al orgasmo".

París y su revuelta del 68 fue pródiga en píldoras de verbo, cargadas de un amor bala. Más en la línea punkie se pintaron algunas de estas frases: "Hablar del amor destruye el amor". "Te amo. ¡Oh! Díganlo con adoquines". "Abraza a tu amor, sin dejar tu fusil". "Desabrochen el cerebro, tan a menudo como la bragueta".

Palma tiene también sus paneles de batalla amorosa, aunque con menos tralla. En plan autodestructivo, se leyó en la calle la siguiente frase: "Infiel por amor, me tiré a la botella". O esta otra, "De tanto quererte, te olvidé".

Si los muros no bastan, las cancelas afilan el lápiz. En la valla metálica de un restaurante de Palma uno lee: "Su cuerpo es una droga de diseño". Las mujeres se paran a leerlo disimuladamente. Ellos buscan una imagen que acompañe la sentencia. Los hemisferios nos separan pero una frase colada en una pared cualquiera, de una calle sin nombre, en una ciudad que puede ser la tuya y la mía, nos revuelven en letras. Los tiznes de grafito son bombas no son flechas. El amor a voces. El muro de un suspiro.

Hay coleccionistas de cucharitas de plata, los hay de sellos, de cuadros, de botellines, de sobres de azúcar, de los objetos más inverosímiles, pero todos están unidos en coleccionar bienes tangibles. Otros, sin embargo, coleccionan letras juntas diciendo en la calle que tu cuerpo es una droga de diseño. El amor muro da voz a los mudos. Da gusto pasear por las calles. Uno de siente amado.

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