­Los profesionales del mar están en pie de guerra por los "abusos" que cometen los pescadores recreativos. La cofradía Sant Pere, que agrupa a los pescadores que trabajan en la ciudad, asegura que los aficionados han incrementado su presencia en zonas donde solo se puede capturar con una licencia especial. Por ello, piden al Govern y a la Guardia Civil que aumente las inspecciones a las barcas no profesionales cuando están pescando en la bahía.

Uno de los últimos "abusos" que les ha pasado factura se ha producido durante la temporada de la lampuga (llampuga, en catalán). Según su testimonio, los recreativos han pescado en zonas reservadas para el uso profesional. Este año "el número de capturas ilegales ha aumentado notablemente", en palabras del patrón mayor de la cofradía, Rafael Mas.

La principal consecuencia ha sido la subida de precios de la lampuga durante este otoño, que algunos días se ha llegado a quintuplicar. "Este año se vendía entre 10 y 14 euros el kilo, mientras que otros años no pasaba de 2 o 3 euros. Cada vez hay menos, porque los pescadores recreativos van a pescar donde no les toca", explica Domingo Bonnín, patrón en la embarcación Picaseu. Su nave es una de las cinco autorizadas a pescar lampuga en la bahía.

El presidente de la cofradía explica que "cualquier pescador recreativo puede capturar lampugas, pero no en las lampugueras ni a 250 metros de estas". Su única limitación es por peso: un máximo de cinco kilos por día.

Las lampugueras son unos instrumentos que utilizan los profesionales para dar sombra a estos peces, que se quedan debajo de las planchas. Luego las barcas se aproximan con un curricán, que sirve como anzuelo para arrastrar los peces tras él.

Las lampugueras están señalizadas con unas boyas para identificarlas. Los recreativos aprovechan que su ubicación es pública para retirar los peces antes de que lo hagan los profesionales. "Parece que se ha instalado la idea de que cualquiera puede pescar lo que quiera y donde le dé la gana", razona el patrón mayor.

La cofradía Sant Pere asegura que muchos días lo que capturan no les da "ni para pagar la gasolina". Rafael Mas añade que las regulaciones para la pesca de la lampuga son "muy estrictas", debido a la normativa europea.

Los pescadores palmesanos han denunciado esta situación en repetidas ocasiones en los últimos años, pero asegura que la respuesta de las autoridades es tibia. "Nos responden que hacen lo que pueden, pero que tienen más misiones que cumplir", explica el presidente.

La temporada de lampuga se extiende de finales de agosto hasta diciembre, aunque los meses buenos son septiembre y octubre. Este año los pescadores palmesanos tienen constancia que el servicio de inspección pesquera del Govern ha multado, como mínimo, a media docena de embarcaciones recreativas.

La conselleria de Agricultura y Medio Ambiente no ha respondido a las preguntas de este diario sobre cuántas inspecciones se han realizado y cuántas multas se han impuesto.

Por último, Mas recuerda que "los pescadores recreativos que hacen las cosas mal son una minoría, pero una minoría que hace mucho daño". "En Balears hay 50.000 licencias de pesca recreativa frente a unas 700 u 800 licencias profesionales. Solo con que un 1% de aficionados se salte la legalidad afectará al trabajo de los que comen del mar", razonó el patrón mayor.