Hoy son 100 -o 50 o 200- y mañana serán 10. Es lo que tienen las modas, que son tan pasajeras como la capacidad de sorprender o la profundidad del bolsillo del consumidor. En Palma hubo un tiempo en que en cada calle había una sastrería a medida en la que los profesionales de la elegancia esgrimían el metro, las tijeras y la aguja de coser. Y eso que muchos hombres apenas utilizaban el traje en bodas y funerales. Solo los señores o los que vestían americana todos los domingos pasaban en más de una ocasión en su vida por una sastrería. Hoy los talleres del buen vestir se han esfumado del paisaje urbano.

En los años 80 y 90 los vidoclubes se convirtieron en las estrellas comerciales de la ciudad. Fueron un servicio tan esencial para la supervivencia que llegaron a ofrecer servicio de 24 horas e instalaron cajeros automáticos para atender las urgencias culturales o pornográficas -que todo cabe en la industria del cine- que aquejaban a los ciudadanos a altas horas de la madrugada. El internet prácticamente los ha liquidado.

Lo que triunfa hoy son las tiendas de cigarrillos de vapor y las de comida take-away (¿Por qué diablos no las llamarán lista para llevar o consumir, o pambolieria como reza el cartel de un bar del Eixample?). La nicotina al vapor ha despertado inicialmente tanto interés como los primeros barcos a vapor que arribaban al puerto de Palma y congregaban a cientos de curiosos maravillados con los avances de la tecnología. Me disculparán quienes hayan invertido sus euros en este negocio, pero creo que se han excedido en la frenada y, apenas pase la moda se producirá una purga que colgará un buen número de carteles de se vende, se alquila o se traspasa.

Otra cosa es la comida para llevar a casa o el tentempié para tomar en la calle o incómodamente acomodado en locales diminutos. Creo que ha llegado a Palma para quedarse. Esta ya no es la capital de la isla de la calma rusiñoliana en la que había tiempo para cocinar en casa y consumir la receta de la abuela con la parsimonia con la que se degusta una exquisitez.