¿Cuándo fue la última vez que visitó la Almudaina? ¡Ah! Que no ha ido nunca. Es probable. Los mallorquines nos sentimos obligados a peregrinar al menos una vez en la vida a la Seu, al castillo de Bellver y a las Coves del Drac. Incluso repetimos cada vez que nos convertimos en improvisados cicerones de parientes, amigos o conocidos. Sin embargo, no solemos incluir la antigua fortaleza-residencia en la Mallorca esencial que nadie se debe perder. Es extraño, porque se trata del edificio con más historia de la isla. En sus raíces hay restos talayóticos, estuvo en el epicentro de la Palma romana, tiene alma islámica, es símbolo del poder cristiano tras la conquista, sus muros emanan los años de independencia e incluso el centralismo borbónico tras la Guerra de Sucesión.

En su interior se encuentran piezas espectaculares como el Saló del Tinell -bello a pesar de la partición de que fue objeto-, la torre de l'Àngel o la capilla de Santa Anna -incluso despojada de la maravillosa tabla gótica de Ramon Destorrents-. Quizás este retraimiento de los mallorquines obedezca a que tenemos de la Almudaina una imagen de recinto militar y, por tanto, vetado a los civiles.

Patrimonio Nacional invertirá 600.000 euros para extender la parte visitable al palacio y patio de la Senyora Regina. Es un paso importante para abrir puertas en este Real Sitio. Quizás no tanto como la ambiciosa y controvertida reforma de 1965, que eliminó algunos tramos de la galería renacentista de la fachada de poniente para resaltar sus características medievales. Sin embargo, si la reforma se presenta de forma adecuada puede convertirse en un acicate para que los mallorquines sientan curiosidad y decidan traspasar la puerta del palacio.

Estas obras son un paso, pero no el final. Hoy, cuando decenas de edificios militares están vacíos y cuando el capitán general ya no es la máxima autoridad civil, castrense y judicial, tiene sentido continuar la recuperación monumental del edificio. Eliminando añadidos que lo desvirtúan y rehabilitando s´Hort de la Reina, actualmente ocupado por un antiestético aparcamiento.